Nuevas
tendencias en el estudio del Arte Prehistrico* 1j2739
Teresa
Chapa Brunet. [email protected]
Departamento
de Prehistoria Universidad Complutense de Madrid.
Cualquier estudio del pasado remoto enciende
el inters de los prehistoriadores, pero las manifestaciones
artsticas desarrolladas durante la Prehistoria han planteado
y siguen planteando un reto muy especial a la investigacin,
puesto que a la belleza de sus manifestaciones, que nos atrae como
un imn, se aade la complejidad de un simbolismo
cuya aprehensin se nos escapacasi por completo (Moure, 1999).
Son muchas las investigaciones que se han dedicado
a este tema, con logros indudables en las aproximaciones tericas
y mejoras sustanciales en las herramientas de documentacin,
anlisis y conservacin. Sin embargo, cualquier persona
interesada en la materia estar de acuerdo en que los avances
de la investigacin sirven generalmente para solucionar algunas
pequeas preguntas, pero sobre todo lo que consiguen es abrir
nuevos grandes interrogantes e incluso poner en duda aquellos conceptos
que constituan las bases ms firmes de nuestros conocimientos.
Cuestionar los principios desde los que trabajamos
es un ejercicio muy sano, que adems nos ayuda a dirigir
las actuaciones concretas que suponen nuestros proyectos de investigacin
y a comprender la relevancia y pertinencia de sus planteamientos
y resultados. Con frecuencia los estudiantes que se matriculan en
la asignatura de "Arte Prehistrico" piensan que,
como en muchas otras, los contenidos de la misma estn claramente
definidos, y que los profesores, como mucho, se limitarn
a incorporar los nuevos datos de la bibliografa ms
reciente a una slida estructura perfectamente construida.
Por el contrario, a mi juicio, pocas asignaturas necesitan tanto
de una reflexin profunda que justifique su existencia y
especifique sus objetivos.
Porque, qu entendemos por "Arte
Prehistrico"?. Existe en este concepto una contradiccin
que ha provocado reacciones diversas entre los especialistas. Por
una parte, el trmino "arte" procede de un enfoque
que emana del propio sustrato de los investigadores, y que probablemente
no refleja un concepto similar en los tipos de sociedad que estamos
estudiando. Muchos de los grupos humanos que han podido analizarse
en poca reciente y que realizan representaciones que nosotros
calificaramos como "artsticas", no distinguen
estas obras de muchas otras tareas cotidianas, ni se inquietan por
lo que es o no es arte, hasta el punto de que en sus vocabularios
esta palabra ni siquiera existe (Hernando, 1999). La propia definicin
de "Arte" en el mundo actual es enormemente complicada,
pero en su acepcin tradicional se considera como una actividad
creativa, que requiere una habilidad especial, que puede incorporar
un mensaje y que a menudo busca proporcionar un goce esttico
y, por tanto, placer. En el campo de la Prehistoria, sin embargo,
la consideracin del arte se inclina ms hacia las
representaciones a las que atribuimos un contenido simblico
ms que utilitario, independientemente de su complejidad,
aunque es evidente que sta existe en muchas de sus manifestaciones.
El "arte prehistrico" se convierte as
en una categora definida por su asociacin a formas
de representacin grfica ligadas a una supuesta carga
simblica en grupos que no practican la escritura. En definitiva,
por un lado, su relacin con la moderna acepcin del
trmino es, desde luego, muy relativa, y por otro, como hemos
visto, no responde tampoco a un concepto habitual entre los grupos
humanos que podramos considerar "prehistricos".
Por qu usar el trmino "Arte"
en estas circunstancias?. Ciertamente, son muchos los que opinan
que no debiera emplearse en este contexto. Para unos, el trmino
"arte prehistrico" ha suscitado interpretaciones
monolticas y ha hecho bascular treinta milenios de creaciones
de imgenes en una sola categora, impidiendo una
lectura de estas manifestaciones dentro de los parmetros
internos de cada grupo social. Muchos otros han rechazado tambin
hablar de "arte" y prefieren referirse a pinturas y grabados
rupestres o muebles, smbolos o imgenes (Lorblanchet:
1999). Tampoco desde las instancias acadmicas dedicadas
a la Historia del Arte se considera que las representaciones prehistricas
puedan ser consideradas como un verdadero arte, y por ello la asignatura
"arte prehistrico" la imparten los Departamentos
de Prehistoria, sin que exista en este caso particular la habitual
batalla por apoderarse de las enseanzas que lleven el ttulo
del rea correspondiente.
Sin embargo, para muchos especialistas la propia
indefinicin del trmino,su tradicin histrica
y su limitacin a las representaciones a las que se atribuye
un carcter simblico es lo que le hace especialmente
til, dado que ms que responder a un contenido especfico,
se refiere a una convencin extremadamente neutra y flexible
en la que caben multitud de manifestaciones diversas (Bahn, 1998:
xii).
Una de las causas de que estas discusiones sigan
abiertas y sean incluso novedosas dentro del mbito arqueolgico
europeo es el escassimo o que ha existido entre los
estudiosos del arte prehistrico y el mundo de la Antropologa,
que lleva aos revisando los conceptos relativos al arte
realizado por las sociedades prehistricas recientes bajo
la denominacin tradicional de "Arte Primitivo".
Como sealba Fraser hace aos (1962: 14),
ante este tipo de arte existieron, al menos desde finales del siglo
XIX, dos posturas radicalmente opuestas. Una, la de los antroplogos,
cuyo inters ante los objetos artsticos se integra
en el estudio de la sociedad como conjunto. En este punto es preciso
recordar la seera figura de F. Boas (1947), quien en su
clsica obra "El Arte Primitivo" analiz
el arte resaltando no slo sus componentes de esttica
y habilidad, sino su capacidad para concentrar y transmitir smbolos
de significado mltiple compartidos por todo el grupo social.
Boas consideraba que las formas artsticas de los grupos
primitivos estaran condicionadas por la configuracin
social, por el medio ambiente, por la disponibilidad y los conocimientos
tcnicos del grupo y por la funcin, a lo que habra
que aadir la habilidad artstica de los autores.
Se trata, como vemos, de un planteamiento muy parecido al que hoy
recogemos en el estudio del arte prehistrico desde la arqueologa.
Por el contrario, desde otra posicin, los denominados amantes
del arte y anticuarios consideran cada objeto como un producto singular
de la mente humana. Su objetivo es gozar de las cualidades artsticas
de una pieza, independientemente del ambiente del que la obra procede.
Ambas posturas han tenido reflejo en exposiciones temporales o permanentes
de salas y museos, y la discusin se ha mantenido activa
debido al alto nmero de objetos artsticos de sociedades
no occidentales que han entrado desde hace siglos en el mercado
del arte (Bovisio: 1999). Parece evidente que el estudio del arte
prehistrico europeo no puede ser ajeno a estas reflexiones,
aunque muchas sus evidencias hayan tenido un mximo reconocimiento
como Patrimonio de la Humanidad y se les asigne un alto nivel de
proteccin jurdica.
Estamos hablando de Arte Prehistrico, por
lo tanto, como una de las manifestaciones ms caractersticamente
humanas, pero sabemos si la humanidad recurri desde
sus comienzos a este tipo de manifestaciones simblicas,
o ms bien, lo hicieron slo los tipos humanos ms
recientes?. En el primer caso, el desarrollo fsico y conductual
se considerara como un proceso continuo, mientras que en
el segundo dejara de reconocerse en los seres humanos anteriores
al hombre moderno una de las expresiones que, como acabo de decir,
marcaran de forma ms clara las diferencias entre
los humanos y el resto de los animales, especialmente los monos
superiores.
Es sta una cuestin crucial que ha
provocado un debate actualmente muy abierto, ya que no se trata
slo de establecer la fecha a la que podemos remontar las
primeras obras de arte, sino de conocer por qu surgieron
en un determinado momento y no en otro. Puesto que las manifestaciones
ms antiguas parecen coincidir con la expansin del
Hombre moderno, ya sea en Europa, Australia o frica del
Sur, se plantea adems, como acabo de sealar, una
pregunta que interesa no slo a los arquelogos, sino
a todos aquellos que estudian la Antropologa desde cualquier
punto de vista: Realmente el arte es una manifestacin
exclusiva del Homo sapiens sapiens (H.s.s.) o existieron
ya algunos tipos de manifestaciones simblico-artsticas
ligadas a formas humanas anteriores, especialmente neandertales?.
La importancia de este interrogante es evidente, y sta es
una de las causas por las que el arte prehistrico se ha
asomado a revistas cientficas de renombre, como Science (Appenzeller: 1998). Las posturas adoptadas por los especialistas
ante esta disyuntiva son bsicamente dos: aquellos que propugnan
que el desarrollo del simbolismo y sus formas de expresin
suponen un cambio radical y cualitativo en la capacidad cognitiva
humana, que debe reconocerse nica y exclusivamente en el H.s.s., y aquellos otros que consideran que el desarrollo
del simbolismo ha ido progresando lentamente a lo largo de la historia
de la humanidad hasta alcanzar sus cotas ms altas de expresin
con el ser humano modeno.
Entre los primeros se encuentran lingistas,
psiclogos y neurocientficos adems de arquelogos.
S. Mithen (1998) es una buena muestra de estos ltimos y
bien conocido en Espaa por la traduccin de su libro:
"Arqueologa de la Mente". Defiende este autor
que en las especies humanas anteriores existen capacidades para
la simbolizacin, pero que sta resulta imposible
de desarrollar por faltar las conexiones cerebrales necesarias para
llevarla a cabo. Esta capacidad de relacin aparecer
slo con el H.s. s., y desde ese momento el arte se
desarrollar sin necesidad de un largo proceso de aprendizaje.
As, las antiguas figurillas de Europa Central sern
piezas de extraordinaria calidad, revelando un desarrollo "repentino"
de las habilidades artsticas.
Entre aquellos que por el contrario defienden
un largo proceso evolutivo es de justicia citar a A. Marshack (1997),
quien ha rastreado los orgenes del pensamiento simblico
a travs de piezas halladas en contextos anteriores al Paleoltico
Superior, as como del gusto por la recoleccin de
fsiles, que haran las veces de figuras representadas
en piedra, o del uso del ocre para la decoracin corporal
o de objetos perecederos, especialmente en el Paleoltico
Medio. Quizs la reactivacin ms notable de
esta ltima propuesta la proporcione el hallazgo de la supuesta
figurilla antropomorfa de Berekhat Ram, en los Altos del Goln,
fechada entre 280.000 y 250.000 aos antes del presente,
cuya lectura como representacin figurativa ha sido discutida
en extenso (DErrico y Nowell, 2000).
En la Pennsula Ibrica el grafismo
rupestre ms antiguo no parece ir ms atrs
de la primera presencia del Homo sapiens. En yacimientos
como La Via, en el rea del Naln, el profesor
Fortea ha podido reconocer grabados profundos en paredes exteriores
que se relacionan con niveles del Auriaciense, con una fecha
inicial del 36500 BP, lo que se interpreta como las primeras marcas
sobre el paisaje de los nuevos habitantes de la zona, que posteriormente
procedern a desarrollar imgenes de tipo figurativo
(Fortea, 1994).
Los estudios sobre el arte prehistrico han
aprendido mucho tambin del anlisis de las manifestaciones
artsticas realizadas por grupos modernos (lo que antes se
denomin como "Arte Primitivo"). sto ha
servido, por ejemplo, para recuperar la consciencia de que aquello
que se ha conservado es slo una mnima parte de lo
que existi. Durante muchos aos se consider
que las manifestaciones recuperadas para el anlisis arqueolgico
suponan una buena parte de las realizadas en su momento.
As, los grupos del Paleoltico Superior bsicamente
decoraran el interior de las cuevas y algunos objetos de
piedra, hueso y asta, los grupos post-paleolticos realizaran
pinturas y grabados en superficies rocosas al aire libre, o introduciran
objetos decorados en piedra o cermica en sus sepulturas
y lugares de culto. Si lo pensamos con detenimiento nos daremos
cuenta de hasta qu punto nuestra visin es sesgada.
No es acaso un autntico milagro que existan todava
hoy pinturas y grabados de hace ms de 30.000 aos?.
Y consecuentemente, cuntas ms cosas habra
que hoy consideramos arte y cuya presencia ha quedado desvanecida
para siempre?. No slo muchas de las representaciones convencionales
sobre soportes duros se han ido perdiendo por mltiples procesos
post-deposicionales: yacimientos que quedan sepultados o destruidos,
el agua que lava las paredes, la erosin del viento y de
la lluvia, del sol y del fro, la acidez del suelo, la actividad
humana y animal, y tantas y tantas razones que provocan una importante
prdida de documentacin. Pero adems, cuntas
cosas se hicieron que no provocaron una huella material!. Los adornos
personales, de los que slo nos quedan colgantes, collares
y pulseras en materiales duros, podran alcanzar un volumen
impresionante y cargado de simbolismo en trajes, plumas y
complejas pinturas corporales. Las pieles y las maderas de
los instrumentos, campamentos y poblados pudieron ser depositarios
de ricas y variadas decoraciones. Y el arte no slo se manifestara
en pinturas, grabados y esculturas, sino en otros campos,
como por ejemplo la msica y el canto, aspectos presentes
prcticamente en todos los grupos humanos conocidos. Los
estudios de las caractersticas de conservacin, de
la evolucin de las caractersticas ambientales, de
la respuesta de los materiales a los agentes naturales, y en general
de los procesos tafonmicos que afectan a cada una de las
reas geogrficas estudiadas y a los yacimientos en
concreto que son analizados forman un bloque de peso creciente en
los proyectos de investigacin, que no hace falta resaltar
aqu (Bednarik, 1994).
Pero lo cierto es que los arquelogos no se enfrentan directamente
al estudio de las actividades humanas, sino que deben deducirlas
de aquellos restos materiales que se han conservado, y sto
en el caso del arte es especialmente difcil. Por eso, conscientes
o no de lo que falta, lo cierto es que en definitiva los especialistas
abordan el estudio de una evidencia concreta, cuyo anlisis
estar condicionado por factores muy diversos. Algunos de
ellos pueden considerarse como circunstanciales, pero otros se relacionan
con los principios tericos en los que se inserta cada investigador,
en su propia preparacin y capacidad, y en la disponibilidad
de herramientas de anlisis que cada vez se demuestran ms
perfeccionadas. Los estudios tradicionales, de corte historicista,
basaban su interpretacin en la analoga etnogrfica
y su lectura del registro arqueolgico en dos pilares fundamentales:
la descripcin y la ordenacin cronolgica.
Ambos tendrn igualmente, como es lgico, una importancia
crucial, aunque no exclusiva, en otras tendencias interpretativas,
y en ambos se pueden observar innovaciones sustanciales en los ltimos
aos.
Cualquier persona que se dedique a estudiar el registro arqueolgico
precisar describir aquello que constituye su objeto de estudio,
y el arte no es ajeno a ello. Desde fuera puede parecer que una
simple descripcin de aquello que vemos es algo sencillo,
pero nada ms lejos de la realidad, puesto que esta operacin
implica un reconocimiento, y para ello necesitamos un cdigo
en el que encajar aquello que observamos. El primer paso es definir
y jerarquizar los criterios taxonmicos, cosa que habitualmente
no se hace. Los artistas emplearon habitualmente diversas formas
de representacin, graduando las figuras desde el realismo
al esquematismo, incorporando en ocasiones un buen grado de conceptualismos,
y jugando a menudo con una serie de convenciones cuyas claves son
difciles de descodificar. Los investigadores se sienten
inseguros al organizar las fichas descriptivas de los es de
una cueva o abrigo tanto como los de cualquier objeto mueble, dado
que el mensaje transmitido, su finalidad y las circunstancias en
las que se transmite son condicionantes tan importantes como la
moda de una determinada etapa o la habilidad de los artistas individuales.
La necesidad de una clasificacin bien organizada y que a
la vez recoja adecuadamente las incertidumbres que plantea todo
anlisis de imgenes es algo aceptado ms en
la teora que en la prctica De hecho, dado que las
diferentes lecturas del arte prehistrico parten bsicamente
de identificar aquello que se ha representado, han existido casos
claros de abuso, como en su da resalt Jean Clottes
(1986-87), primando el reconocimiento de antropomorfos a partir
de motivos ms que dudosos, o asignando a especies concretas
imgenes incompletas o fracccionarias. Las distintas formas
en que los especialistas han interpretado un mismo motivo (Ucko:
1989), o la decisin de "en la duda, elegir", en
lugar de "en la duda, abstenerse", han dado finalmente
la seal de alarma, y hoy da se suele ser ms
prudente a la hora de clasificar una imagen, aunque sto
nos dificulte la identificacin y por tanto la comprensin
inmediata del motivo representado.
Como es lgico, estos problemas no se limitan
al arte paleoltico, sino que existen igualmente tanto en
el arte levantino como en el esquemtico. Las antiguas clasificaciones
en motivos cuya denominacin habitualmente termina en "forme"
(halteriforme, aviforme, ramiforme, tectiforme, esteliforme...)
(Acosta, 1968) van siendo sustituidas por otras que intentan evitar
el recurrir sistemticamente a referentes relacionados
con animales u objetos reales, ya que se desconoce si muchos de
estos motivos tuvieron en efecto alguna relacin con aquellos.
La tendencia que puede apreciarse en la bibliografa reciente
es la de buscar una terminologa ms asptica
y generalizable, que pueda ser compartida en diferentes contextos,
a la manera de una taxonoma biolgica. ste
es el nico camino que permite la comparacin entre
manifestaciones diversas, de forma que puedan evaluarse de manera
objetiva sus similitudes y diferencias a travs de formulaciones
estadsticas.
Un buen ejemplo lo proporciona Wilson (1998) en
su estudio sobre la expansin del arte rupestre en diversas
islas del Pacfico. Para esta investigacin fu
necesario en primer lugar definir los tipos y categoras
de motivos. Despus se procedi a utilizar la Fentica
como el mtodo de la taxonoma numrica que
permite reconocer las similitudes y diferencias entre los conjuntos
estudiados, basndose no en caracteres aislados sino en conjuntos
de ellos. Ayudndose finalmente con datos cronolgicos
y con nuevos procedimientos de sistemtica filogentica,
como la Cladstica, se pudieron formular hiptesis
bien fundamentadas sobre el desarrollo de las formas artsticas
en un conjunto de unidades insulares, y relacionar estas propuestas
con la informacin cultural y ambiental. Esta lnea
de trabajo puede aplicarse en cualquier contexto y aportara
probablemente resultados del mayor inters, siempre que estuviera
fundamentado en un anlisis ordenado de las formas representativas
bsicas.
Pero existe un paso previo a la realizacin
de un inventario correcto de las manifestaciones que estudiamos.
Para obtener un conjunto de figuras susceptibles de clasificacin
hemos debido "extraerlas" de su emplazamiento original
para convertirlas en objetos de anlisis (GRAPP, 1993).
Este proceso requiere de los mejores sistemas de documentacin,
y en este campo la tecnologa avanza con rapidez para proporcionarnos
todo un despliegue de medios que ha llegado a superar ampliamente
la simple capacidad visual humana. A los calcos, directos e indirectos,
y a la fotografa convencional, vienen a unirse ahora las
imgenes en soporte digital. El empleo de ciertas pelculas
fotogrficas ampli la capacidad de registro del espectro
electromagntico a bandas que no eran visibles directamente
por el ojo humano, por lo que se ampli sensiblemente nuestra
capacidad de observacin de la imagen. Podemos recordar aqu
la sorpresa que supuso observar que la supuesta mutilacin
de las manos representadas en la cueva cacerea de Maltravieso
no era sino el resultado de cubrir con pintura el espacio que haban
ocupado algunos de sus dedos (Sanchidrian Torti, 1988-89; Ripoll
Lpez et alii,1999).
Pero la fotografa digital, adems
de ampliar este abanico de posibilidades, supone un gran avance,
ya que nos permite ir ms all del tradicional examen
visual de los propios originales o de las fotografas convencionales,
por muy sofisticadas y perfeccionadas que stas sean. Como
seala Vicent (1994), las imgenes digitales no son
ya meros anlogos visuales de una imagen real, sino matrices
de datos que responden a las propiedades fsicas de la superficie
que es objeto de la observacin, y que son susceptibles de
anlisis cuantitativos. Esto nos permitir reconocer
los distintos cdigos digitales de los pigmentos empleados
en un respecto a los que ofrece el soporte, y realizar, por
ejemplo, calcos electrnicos de gran fiabilidad. Asimismo,
se podrn discernir los distintos tonos de pintura empleados
en una misma figura, o se revelar la existencia de diversas
fases en la decoracin de una misma superficie. Adems,
al ser enormemente sensible a la informacin exterior, puede
captar detalles de los que apenas quedan rastros detectables visualmente,
lo que tiene grandes implicaciones en el campo de la recuperacin
de informacin y de la valoracin sobre el nivel de
conservacin de los distintos yacimientos (Vicent et alii,
1996).
Si recordamos, un segundo pilar de los estudios
tanto tradicionales como recientes sobre arte prehistrico
es la obtencin de cronologas. stas resultan
bsicas para entender los recursos expresivos de una sociedad,
ya que nos permiten tanto interrelacionar a grupos humanos concretos
con sus manifestaciones materiales y artsticas, como observar
los cambios en los recursos expresivos de esos grupos a travs
del tiempo. La asignacin de cronologas fiables es
uno de los principales caballos de batalla del arte prehistrico,
especialmente del rupestre, que muy raras veces se encuentra contextualizado.
Todos los recursos arqueolgicos posibles fueron empleados
para obtener referencias seguras en el caso del arte paleoltico
desde el mismo momento de su descubrimiento: superposiciones, bloques
desprendidos e incluidos en niveles de habitacin, cuevas
selladas, especies extinguidas, paredes colmatadas de sedimentos,
similitudes estilsticas con el arte mueble y diversas otras
posibilidades. Mediante la combinacin de una cronologa
relativa obtenida por el detallado estudio de las superposiciones
en los es y la asignacin de ciertas figuras en algunos
casos excepcionales a fases culturales concretas se teji
un primer cesto en cuyo interior se ordenaron el resto de las manifestaciones
en funcin de sus caractersticas de estilo.
En ambos casos existen novedades importantes que mejoran sensiblemente
su aplicacin (Moure Romanillo y Gonzlez Sainz, 2000).
En el anlisis de las superposiciones, se
han importado al arte rupestre los sistemas ms generalizados
para la ordenacin y correlacin de niveles en las
excavaciones arqueolgicas, como las llamadas "Matrices
de Harris". Su empleo permite mejorar tanto el anlisis
como la explicitacin de las relaciones de superposicin
entre las figuras de un mismo y son, por lo tanto, una firme
ayuda en la obtencin de cronologas relativas (Loubser,
1997). En el campo de la cronologa absoluta, el desarrollo
del mtodo del Carbono 14 por espectrometra de acelerador
de masas o partculas, ms conocido por C14 AMS, con
su escassima necesidad de materia prima para anlisis,
ha permitido aproximaciones de gran inters a la cronologa
de muchas representaciones realizadas con materia orgnica,
aunque sus resultados deban tomarse an con prudencia. La
buena serie de figuras analizadas procedentes de la cornisa cantbrica
(Moure et alii, 1997), y las altas fechas, de ms
de 30.000 aos, confirmadas para la Grotte Chauvet, conforman
un nuevo referente cronolgico impensable hace unos cuantos
aos (Clottes, Courtin y Valladas, 1996).
La dificultad en la obtencin de cronologas
sobre materiales no orgnicos, como las pinturas a base de
xidos, es an un grave problema para la investigacin,
que intenta arbitrar nuevos mtodos para conseguir dataciones.
Es el caso de la pionera aplicacin de la Termoluminiscencia
para datar las costras estalagmticas que recubren los grabados
rupestres aplicado en el yacimiento vizcaino de Venta de la Perra
(Arias et alii: 1998/1999). Hasta que se alcance una solucin
satisfactoria en estos casos continuar la imprecisin
cronolgica para muchas de las representaciones, imposibilitadas
de una datacin directa. Un ejemplo muy cercano es el autntico
viaje en el tiempo que ha sufrido el Arte Levantino, que desde fechas
paleolticas parangonables al arte franco-cantbrico
ha pasado a situarse en el Epipaleoltico postglaciar y a
aterrizar finalmente en el Neoltico antiguo. Este caso presenta
un inters especial, debido a que muestra cmo son
las distintas orientaciones de la investigacin las que han
provocado este cambio de postura. En efecto, no slo se trata
del descubrimiento del Arte Macroesquemtico como anterior
al Levantino, sino su relacin con motivos decorativos de
la cermica cardial, conocida desde haca tiempo y
en la que nadie haba sabido ver determinadas figuras paralelizables
con las del Arte Rupestre (Mart y Hernndez,
1988). Adems, el anlisis de la estructura interna
del Arte Levantino en contraposicin con el del Paleoltico
Superior realizado por Criado y Penedo (1989) recogiendo y
enriqueciendo aquella famosa lista de "diferencias entre el
Arte franco-cantbrico y el Arte Levantino" elaborada
por Almagro (1952) y pregunta obligada en los antiguos exmenes,
ha revelado que sus caractersticas deban responder
a un tipo de sociedad muy distinta a la de los cazadores-recolectores
pleistocnicos.
Sin embargo, de nuevo el mtodo del C14 AMS
abre algunas puertas para estas pinturas al aire libre, dado que
en ellas han podido quedar mnimas cantidades de materia
orgnica procedentes de la madera o los pelos del pincel,
de cera de abeja, de hongos o, en el caso de que el aglutinante
de la pintura proceda de un organismo vivo, de grasa animal, clara
de huevo, sangre u otros componentes. La extraccin de las
muestras est perfeccionndose con ayuda de nuevas
tecnologas, como el mtodo del plasma de oxgeno,
dirigido a la recuperacin del carbn orgnico
molecular, o el mtodo de la Fotooxidacin inducida
por lser, que combustiona con el carbn y descompone
los minerales de oxalato. Ambos sistemas permiten la recuperacin
de la materia orgnica incluida en otros soportes minerales,
como la pintura o la propia roca, pero necesitan perfeccionarse,
ya que an precisan una cantidad excesiva de materia prima
para anlisis (Watchman et alii: 2000).
La dificultad en la asignacin de cronologas
afecta especialmente a los es decorados que no emplean colorantes,
sino que estn simplemente grabados, tanto en cuevas como
al aire libre. La polmica ms reciente es la levantada
por Bednarik (1995), quien considera que todas las manifestaciones
de arte rupestre al aire libre descubiertas en fecha reciente Foz
Coa y Mazouco en Portugal, Piedras Blancas en Almera, Domingo
Garca en Segovia, Siega Verde en Salamanca, etc- son modernas,
ya que si se hubieran realizado en el Paleoltico los agentes
erosivoslas hubieran destruido. Al margen de que tanto los estudios
en profundidad (Zilhao, 1995) como los recientes hallazgos refutan
esta opinin, la discusin generada nos induce a pensar
que los mtodos que calibran el desgaste de las superficies
rocosas en medios abiertos deben ser perfeccionados, mxime
cuando en ciertos lugares de Amrica o Australia, los anlisis
mineralgicos detallados llevados a cabo por A. Watchman
y otros cientficos han permitido conocer el modelo evolutivo
de la erosin en los surcos grabados, as como obtener
microelementos como la sal de oxalato de calcio, y otras sustancias
que, como acabamos de ver, son a su vez susceptibles de ser sometidas
al anlisis del C14 AMS.
Pero la mejora en las tcnicas descriptivas
y de fechacin del arte prehistrico no son ni mucho
menos las nicas novedades que se han producido en los ltimos
aos. A la identificacin y ordenacin de motivos
que buscaba la propuesta de la magia cazadora, como defendieron
Reinach (1903) y Breuil (1974) sigui la revolucin
que supuso la aparicin del Estructuralismo en el anlisis
del arte, a travs de investigadores como M. Raphael (Chesney,
1991), Laming Emperaire (1962) y, como autor ms destacado,
Leroi Gourhan.(1971) Esta tendencia consideraba el arte como un
lenguaje expresivo en el que el significado se encontraba tanto
en los trminos o figuras como en su sintaxis o situacin.
Los lugares con arte rupestre no deban ser considerados
como un agregado de imgenes aisladas, sino como un conjunto
en el que las conexiones eran claves para entender el mensaje codificado.
Segn esta propuesta, hasta entonces los investigadores no
se haban situado en el lugar adecuado para comprender el
mensaje.
Un anuncio popularizado hace unos meses por la televisin
nos presentaba un bar en el que un personaje no demasiado sofisticado
cantaba un cancin slo de tres notas mientras barra
el local. En un determinado momento, sala a la carretera
para ver pasar a toda velocidad el vehculo del que sala
este sonido, pero ste iba tan rpido, que a la altura
del bar nicamente se podan oir esas tres notas.
Por el contrario, los personajes que iban dentro del coche, con
un sistema musical incluido en el precio del mismo, podan
disfrutar de la cancin completa, y por tanto el espectador
slo entiende de qu meloda se trata cuando
la cmara se introduce en el vehculo. En cierta medida,
sto es un poco lo que se pretenda con la adopcin
de la nueva perspectiva propuesta por el Estructuralismo. La observacin
del conjunto de las reas decoradas y no de las figuras como
yuxtapuestas unas a otras abri las puertas a la conviccin
de que las manifestaciones artsticas podan ser comprendidas
como una composicin coherente y significativa.
Las implicaciones de esta hiptesis hicieron
cambiar significativamente no slo la forma de pensar, sino
la forma de trabajar en los yacimientos con arte, ya que del registro
individual se pas a una dimensin espacial, en la
que deba definirse la relacin que los temas representados
tenan entre si, la delimitacin de los es decorados
o la definicin de la topografa de la cueva. Han
sido muchos las investigaciones que han seguido las propuestas de
Leroi-Gourhan, como los de Sauvet y Wlodarczyc (1995), incluyendo
una rigurosidad en la documentacin que faltaba en los trabajos
originales.
A la perspectiva del yacimiento como conjunto debemos
unir el empuje que la tendencia de la Nueva Arqueologa adquiere
muy a finales de los aos 60 en el campo del Paleoltico.
En esta propuesta se renuncia de partida a la comprensin
de la leyenda concreta que pudieron transmitir las manifestaciones
artsticas, pero al considerar que el simbolismo es un elemento
dependiente de la estructura de la sociedad y de su relacin
con el entorno, resulta posible realizar preguntas relacionadas
con la utilidad social del arte, puesto que las representaciones
estn en ltimo trmino condicionadas por el
propio funcionamiento de la sociedad. El desarrollo de la Arqueologa
Espacial en esta lnea de trabajo arqueolgico, la
estrecha relacin que se propone entre el sistema social
y el subsistema simblico, y el perfeccionamiento de los
mtodos cientficos aplicados a la Arqueologa
que se produce en este momento, van a proporcionar un nuevo salto
en la lectura de las obras de arte. El especialista las mirar
desde algo ms lejos, situndose en los lugares de
habitacin, y observando la realizacin de obras artsticas
como una actividad ms de su vida cotidiana. Se destacar
el aspecto adaptativo y funcional del arte como elemento cohesionador
de los grupos humanos y residuo material de sus identidades tnicas
y de sus relaciones ritualizadas con otros grupos vecinos Gilman
(1984). As hay que entender trabajos tan conocidos como
los de Conkey (1980) sobre los lugares de agregacin, o como
los de Gamble (1982), definiendo las estatuillas de las llamadas
"venus" como una muestra del alcance de las relaciones
intergrupales en las primeras fases del Paleoltico Superior,
movidas por circunstancias ecolgicas especficas.
En definitiva, se producir un acercamiento en la forma de
abordar el arte prehistrico desde la Arqueologa
y la manera en la que la Antropologa norteamericana estudiaba
el "Arte primitivo" que citbamos al inicio de
esta conferencia, y se volver al uso de la analoga
etnogrfica como recurso para el planteamiento de nuevas
hiptesis de trabajo el ejemplo ms popular
recientemente es la propuesta del sudafricano Lewis-Williams (1991)
de que parte de las manifestaciones artsticas del Paleoltico
Superior europeo han sido realizadas en estados de trance, al igual
que sucede en muchos otros grupos humanos que practican el arte
rupestre- (Layton, 2000).
Con el apoyo de las diferentes propuestas
que he venido enumerando se desarrollarn trabajos de gran
inters, que empiezan a correlacionar las distintas manifestaciones
artsticas con las sociedades que las practicaron, y se emplearn
tcnicas de anlisis ms depuradas aprovechando
los avances tecnolgicos de cada momento. Se observa tambin
un inters por la cuantificacin y la demostracin
o refutacin de hiptesis concretas, lo que introduce
un dinamismo considerable en los estudios especializados. Por ejemplo,
relacionando los restos de fauna consumida en el yacimiento y la
fauna pintada o grabada en el interior de las cuevas del Paleoltico
Superior se pudo saber a travs de trabajos como los de Altuna
(1994) que, aunque en general los animales representados son de
inters cinegtico, hay especies como el caballo que
tienen un gran peso figurativo y sin embargo son poco frecuentes
entre la fauna cazada. En todo caso, se pudo comprobar que el conjunto
de animales representados no coincida proporcionalmente
con aquellos que eran cazados, al contrario de lo que propona
la hiptesis de la magia cazadora.
Tambin se apreci que en el arte
paleoltico haba una seleccin de motivos
que primaba a los animales grandes y poderosos frente a los de tamao
medio o pequeo, faltando casi totalmente las alusiones al
paisaje vegetal. sto movi a publicar los primeros
estudios que introdujeron conscientemente el tema del gnero
en el arte, al hacer notar que el universo econmico femenino,
previsiblemente basado en la recoleccin y en la captura
de animales de tamao reducido, quedaba indito estas
manifestaciones (Faris, 1983) . Posteriormente, y vinculados a propuestas
de tipo post-procesual, se ha comenzado a "buscar" a la
mujer en el arte prehistrico, o al menos a no erradicarla
de este tipo de estudios, como suceda anteriormente (Conkey,
1997).
Desde el lugar de hbitat hasta los es
decorados, ha empezado a estudiarse de forma sistemtica
el proceso por el que los artistas llegaron a concebir y finalmente
a realizar su obra. De nuevo aqu son las cuevas las que
han recibido ms atencin, debido a la fcil
correlacin entre el campamento, situado en su misma boca,
y el espacio interior, lo que define un rea limitada y abarcable
para la investigacin, que a su vez tiene unas especiales
caractersticas debido a su propia estructura y sobre todo
a su oscuridad. En este marco se han recuperado algunos estudios
dedicados a aspectos olvidados, como la msica, proponindose,
por ejemplo, que ciertas decoraciones en algunas cuevas estn
en relacin con las propiedades sonoras que presentan las
salas y galeras. As, en las reas con mayor
capacidad de amplificacin se situarn preferentemente
figuras de herbvoros, lo que indicara que mediante
sonidos provocados se podra escenificar la presencia de
estos animales. Por el contrario, los felinos y en general los depredadores,
tendern a situarse en las zonas ms silenciosas de
las grutas, respondiendo a la propia forma de actuar de estos carnvoros.
Por desgracia, desde los trabajos de Reznikoff y Dauvois (1988)
hasta los de S. Waller (1993), nadie ha sido capaz de encontrar
una pauta regular que asocie las zonas de las cuevas con mayor sonoridad
y el tipo de representacin que albergan. Sin embargo, sto
nos permite recordar que el estudio del arte y las posibles ceremonias
que llevaron a su realizacin o a su empleo no se limitaron
seguramente a una labor silenciosa de grabado o pintura, sino que
otras artes, como la msica, pudieron cumplir un papel importante
en el desarrollo de los rituales.
El espacio interior de la cueva fu considerado
como un lugar de trnsito, y concebido como el escenario
por el que las personas se movan y actuaban hasta llegar
a los es decorados. El excelente trabajo de Moure y Gonzlez
Morales (1988) sobre la cueva de Tito Bustillo nos descubri
en su interior referencias topogrficas, balizamientos e
itinerarios cambiantes conforme la topografa de la cueva
haba tambin cambiado en el momento de su uso. La
ichnologa, o disciplina que estudia las huellas, ha podido
reconocer en las cavidades recientemente descubiertas multitud de
rastros animales y humanos que haban pasado desapercibidos
durante aos, a pesar de que Cartailhac y Breuil ya las observaron
en el Saln Negro de Niaux a principios de siglo La revisin
por especialistas de las huellas humanas en yacimientos como el
Reseau Clastres de Niaux y de Fontanet (Pales, 1976) o en Pech Merle
(Duday y Garca, 1983) ha permitido conocer de manera muy
cercana a las personas que penetraron en estas cavidades. Se puede
saber que en Reseau Clastres tres nios anduvieron uno junto
a otro a lo largo al menos de 20 m., siguiendo prudentemente el
borde de la pared, y avanzando con pasitos cortos hasta que se detuvieron
en una zona resbaladiza, quedndose los de los laterales
algo ms retrasados que el del centro.
Nos acercamos as a un aspecto poco abordado
habitualmente por los arquelogos,y que sin embargo en el
mundo del arte resulta posible y necesario: conocer a una sociedad
no slo a travs del resultado de sus acciones como
grupo, sino a travs de aquello que es obra de un individuo
concreto. Muy pocos estudios han sido realizados desde el punto
de vista del pintor o grabador. Pioneros en este campo
pueden considerarse los trabajos de Apellniz, que mediante
estudios de detalle ha conseguido fijar criterios para detectar
la autora de ciertas obras (Apellniz y Calvo Gmez,
1999). Creo tambin que la investigacin desarrollada
en su Tesis Doctoral por Matilde Mzquiz es un magnfico
ejemplo en esta lnea, y probablemente pocas personas habrn
estado ms cerca del pintor original de Altamira (Mzquiz,
1994; Mzquiz y Saura, 2000). Estudiar una obra desde el
punto de vista artstico supone reconocer la forma en que
el autor dise su trabajo, llegando as no
slo a reproducir mecnicamente su obra, sino a entender
su propioproceso creativo, sus planteamientos, sus preferencias,
su forma de trabajar e incluso, probablemente, alguna que otra mana.
Este tipo de anlisis se ha llevado a cabo tambin
en el arte mueble, desde el esplndido trabajo de Ignacio
Barandiarn sobre el proceso grfico con el que se
realizaron los grabados de huesos como el de Torre, en Guipzcoa
(Barandiarn, 1984).
Pero adems de hablar de autores es preciso
tener en cuenta tambin el punto de vista del observador.
Muchas de las obras de arte fueron hechas para ser contempladas,
o al menos para saber que existan en un cierto lugar. Sus
autores probablemente contaron con el efecto que produciran
en los espectadores, seleccionando emplazamientos, y decidiendo
el diseo y la realizacin de la obra de acuerdo a
su posterior visualizacin. A su vez, los espectadores
deban mirar para reconocerlas, lo cual supone todo un proceso
de "escaneo" visual de las mismas en el que influye su
visibilidad, su posicin respecto a la persona, su tamao,
su carcter reconocible, la iluminacin de la que
se dispone y diversos otros factores. Los estudios que desarroll
el psico-fsicoYarbus en los aos cincuenta para definir
la manera en la que una persona desplazaba su mirada por una fotografa
hasta que su imagen quedaba comprendida y fijada en su retina, ha
servido a Eastham (1999) como modelo para saber de qu manera
la estructura de la imagen prehistrica gua al espectador,
aunque como es lgico, el bagaje social, de experiencias
y conocimientos de ste es crucial a la hora del anlisis
de las figuras.
El propio trabajo de localizacin y preparacin
del colorante o del instrumental ltico necesario para realizar
los grabados es un tema de gran inters, como tambin
lo es determinar exactamente la composicin de la pintura
a travs de anlisis, hoy muy perfeccionados desde
los realizados a principios de siglo por Moissan en Font de Gaume
y La Mouthe. Los procedimientos analticos han permitido
comprobar no slo la aplicacin directa de colorantes
naturales, sino la preparacin de autnticasrecetas
aadiendo cargas para economizar pigmentos y conseguir una
mayor homogeneidad en la mezcla (Couraud, 1988; Clottes, Menu y
Walter, 1990). Trabajos recientes permiten igualmente corroborar
el uso del calor en la obtencin de diferentes matices de
color (Pomel et alii, 1999). En definitiva, toda una serie
de medidas que implican el conocimiento de ciertas propiedades y
reacciones de los elementos con los que se trabaja.
La necesidad de invertir un tiempo a veces largo
en la decoracin de un , y el propio desplazamiento
por el interior de las cuevas implica unas necesidades bsicas
de iluminacin. Las antorchas manchadas en grasa que Cartailhac
ya consideraba inviables, como argument para rechazar la
cronologa paleoltica de las Cuevas de Altamira,
se han visto sustituidas en la evidencia arqueolgicas por
lmparas de piedra, cuyos restos ha sido posible localizar
en muchos yacimientos, a menudo almacenadas en rincones protegidos
para ser empleadas repetidas veces. Los anlisis qumicos
de Beaune y White (1993) demostraron que el combustible era animal,
y que las mechas se hicieron con lquenes, musgo, enebro
y conferas. La existencia de lmparas por as
decir " naturales", insertando una mecha vegetal en el
tutano graso de un hueso debi ser tambin
un recurso habitual, como seal Mzquiz en
su recreacin de las pinturas de Altamira.
Todo este bagaje de propuestas, descubrimientos
y tecnologa de trabajo se resume hoy en los nuevos proyectos
de investigacin que abordan las manifestaciones artsticas
prehistricas. Hasta ahora he hablado casi en exclusiva del
arte rupestre del Paleoltico Superior practicado en las
cuevas, y de hecho estas investigaciones siguen siendo punteras
en este campo. Slo con consultar la pgina web del
Departamento de Prehistoria de la Universidad de Cantabria (http://grupos.unican.es/prehistoria/enlaces2/htm) se puede apreciar hasta qu punto se estn llevando
a cabo investigaciones novedosas, que no slo cuentan con
los mejores equipos, sino que tienen la fortuna de estudiar yacimientos
vrgenes y por tanto excepcionales como la Cueva de La Garma
(Arias Cabal et alii, 1999).
Sin embargo, no quiero dejar de sealar cmo
en los ltimos aos la investigacin est
reflejando tanto un cambio de rumbo como una ampliacin del
espectro de estudios innovadores dedicados al arte prehistrico.
En este sentido hay que conceder una responsabilidad especial a
la llamada "Arqueologa del Paisaje", que ha articulado
unas proposiciones de trabajo en las que se dan cita tanto la perspectiva
estructuralista como la metodologa de investigacin
espacial desarrollada por la Arqueologa Procesual. Asumiendo
algunos de los principios desarrollados por la Arqueologa
Simblica o Radical de I. Hodder, se retoma la consideracin
ya advertida por los antroplogos norteamericanos de que
el simbolismo de una sociedad no se limita a ciertas actividades
concretas ordenadamente distribuidas a lo largo del ao,
como sucede en el mundo occidentalactual, sino que impregna todos
los aspectos de la vida cotidiana, y se materializa tanto en objetos
y lugares especficos como en el entorno que conforma el
espacio vital de los grupos humanos. El arte interacciona con todos
los restantes aspectos de la vida, y ejerce un papel importante
ligado a la ordenacin del mundo, tanto de los vivos como
de los muertos (Santos y Criado, 1998).
Asumir este concepto quizs ha sido ms
fcil para la investigacin del arte que se situa
al aire libre, en los objetos de uso cotidiano o en las sepulturas
y monumentos vinculadas a los poblados, dado que estas manifestaciones
parecen insertarse con ms facilidad en la dinmica
de implantacin de la sociedad en su espacio, mientras que
las representaciones de las cuevas hacen precisamente lo contrario,
es decir, aislan las imgenes, sustrayndolas a la
ocupacin del paisaje exterior (Balbn Behrmann y
Alcolea Jimnez, 1999). Lo primero que debemos resaltar es
la "percepcin" de nuevas manifestaciones paleolticas
grabadas a lo largo de grandes extensiones de terreno, como las
ya citadas de Domingo Garca (Ripoll Lpez y Municio
Gonzlez, 1994) Siega Verde (Balbn Behrmann et
alii, 1994), Mazouco o Foz Coa (Martinho Baptista, 1999), y
muchas otras que seguramente aparecern en los prximos
aos. Los grupos de cazadores paleolticos dejaron
su paisaje marcado con representaciones zoomorfas y antropomorfas
del mismo estilo que las realizadas en las cuevas (Bahn, 1995).
Los estudios que se estn realizando en los yacimientos portugueses
han planteado no slo un anlisis de las propias figuras,
sino su vinculacin con la red de asentamientos que se situan
en el territorio inmediato, para encontrar las relaciones que existen
entre el aprovechamiento del entorno y su expresin simblica.
En el caso del Arte Megaltico, la aplicacin
de las nuevas tcnicas de estudio en el interior de las sepulturas
ha cambiado radicalmente, adoptndose un sistema de trabajo
muy similar al que se aplica en las cuevas. El anlisis riguroso
de la arquitectura funeraria y de las representaciones que alberga
ha permitido as reconocer nuevas grafas y detectar
numerosos casos de empleo de la pintura, que antes se consideraba
excepcional. Asimismo, el estudio de las relaciones de las figuras
entre s y de su emplazamiento topogrfico dentro
del sepulcro han permitido reconocer pautas de organizacin
interna de los monumentos que se han relacionado con factores simblicos
y rituales (Bueno Ramrez y Balbn Behrmann, 1998).
El hecho de que estas edificaciones hayan sido construidas por el
ser humano supone adems que hay una eleccin en el
emplazamiento, que por tanto podr ser tambin
estudiado desde el punto de vista espacial de acuerdo con planteamientos
simblicos y logsticos relevantes para los grupos
humanos correspondientes.
Tambin el Arte Rupestre Levantino, o el
Esquemtico, ligados durante mucho tiempo a estudios fuertemente
descriptivistas, estn dando un giro notable, y podemos apreciar
diversos intentos para comprenderlo tanto a travs del estudio
interno de sus propias representaciones como en relacin
a su entorno geogrfico. El modelo de trabajo al que se acercan
muchos de las investigaciones que han sido iniciadas recientemente
se inspira en los proyectos desarrollados desde hace algunos aos
por el Grupo de Arqueologa de Paisaje de la Universidad
de Santiago de Compostela, que intentan contextualizar espacialmente
y entender el sentido de los numerosos es de petroglifos que
se distribuyen por el paisaje gallego. Para sto es preciso
definir individualmente los motivos, sus asociaciones en es
y a su vez los conjuntos que forman los yacimientos (Criado Boado
y Villoch Lastres, 1998) . Desde aqu saltamos a una escala
geogrfica ms amplia en la que se integra informacin
sobre la visibilidad de y desde las reas decoradas, sobre
su relacin con los restantes accidentes del paisaje, con
las lneas de trnsito y desplazamiento por la zona,
y con los puntos donde el ser humano desarrolla su actividad de
vivienda, almacenaje, explotacin agrcola y ganadera
y su control del territorio. Estudios de este mismo tipo realizados
en otras zonas del mundo, como el ro Colorado en Norteamrica,
han permitido igualmente reconocer que la posicin de los
abrigos decorados se ordena en funcin de los lugares a los
que se asocian, y que sus figuras varan si se emplazan en
controles de camino o en la proteccin, por ejemplo, de los
almacenes donde la poblacin esconde y acumula sus reservas
alimentarias (Hartley y Wolley Vawser, 1998).
Realizar todo sto de una forma eficaz no
sera posible sin la ayuda de nuevas y potentes herramientas
ligadas a la gestin de los datos seleccionados. La tradicional
ficha descriptiva de los motivos decorativos y de su emplazamiento
es sustituida por bases de datos de carcter relacional,
que permiten cruzar una informacin mucho ms compleja,
lo cual precisa, eso si, definir claramente y jerarquizar todos
los aspectos del anlisis. Adems, puesto que el factor
espacial es clave, se impone el uso de los Sistemas de Informacin
Geogrfica, que en sus diferentes capas nos acumulan y correlacionan
los distintos aspectos del estudio con sus referencias geogrficas.
sto implica una formacin compleja en las tcnicas
informticas ms innovadoras y un largo trabajo de
procesado de la informacin. En definitiva, se hace imperativo
el trabajo en equipo y la vinculacin a conocimientos ligados
con otras disciplinas (Montero Ruiz et alii, 2000; Vicent
et alii, 1999).
Pero de nada sirve una mayor complicacin
tecnolgica si las preguntas que realizamos al registro arqueolgico
son las tradicionales. En este sentido, ha existido desde hace tiempo
una grieta entre planteamientos tericos y estudios empricos.
Como ha sealado hace muy poco tiempo M. Conkey (2000), los
arquelogos norteamericanos que han trabajado en la Pennsula
Ibrica han sido tachados habitualmente de "tericos",
lo que, como ella dice, no era precisamente un cumplido. Se supona
que el inters por la teora mova a un investigador
a separarse inmediatamente del nivel emprico, y de hecho
era frecuente que mientras los estudios ms tradicionales
tuvieron siempre como motivo el estudio directo o bibliogrfico
de es, pinturas y objetos concretos, los que partan
de planteamientos tericos ms explcitos a
menudo hablaban del arte sin mencionar ni conocer a forndo las evidencias
especficas en las que debera basarse la comprobacin
de sus presupuestos. En la actualidad la necesidad de una fundamentacin
terica que de sentido a la compleja instrumentacin
tcnica que se despliega es un hecho aceptado casi por todos
(Ramos Muoz, Cantalejo Duarte y Espejo Herreras,
1999). Para ello, uno de los caminos ms fructferos
es el de los estudios historiogrficos, que permitirn
una reflexin seria y crtica sobre los pilares en
los que se ha fundamentado la investigacin. Se ha dicho
muchas veces que una disciplina que no reflexiona sobre su propia
historia no ha alcanzado la madurez. En el caso del arte es preciso
ahondar en este aspecto, que apenas se ha tratado en relacin
al arte paleoltico o levantino.
Todos estos avances de la investigacin son
necesarios, no slo para la generacin de nuevos conocimientos,
sino para ponerse al servicio de dos necesidades urgentes en el
momento actual, como son la conservacin y la difusin
del partimonio arqueolgico constituido por el arte prehistrico.
Es un hecho evidente que la presin humana y ambiental especialmente
la primera- ha llevado a una situacin de prdida
del registro artstico en unas ocasiones y de amenaza severa
en otras. En este sentido, es preciso afinar las metodologas
de documentacin y almacenamiento de una informacin
que, a pesar de estar protegida por la legislacin, corre
el peligro de perderse en un plazo relativamente breve (LArt, 1998). Es evidente que debe hacerse lo necesario para que los yacimientos
con arte consigan permanecer inalterados. La mayor parte del
registro arqueolgico es recuperado de su ubicacin
inicial y transportado para su estudio y conservacin a un
Museo. Por el contrario, el arte debe permanecer en ellugar en el
que fue realizado, creando unas condiciones especiales para su anlisis
y mantenimiento. Su "traslado" a un museo se realizar
a travs de la documentacin que se obtenga de l,
consistente en fichas, calcos, dibujos o fotografas. Ya
he hecho alusin anteriormente a los modernos sistemas que
estn emplendose en este sentido y que siguen mejorando
con rapidez.
Sin embargo, la generacin de archivos y bases de datos no
tiene nicamente un sentido en relacin al inventario
de las representaciones y al progreso de la investigacin.
Debemos ser conscientes de que, dadas las condiciones de deterioro
progresivo de las manifestaciones originales, estos archivos pasan
a convertirse a su vez en documentos histricos, en los que
se refleja el estado de la evidencia en un momento concreto. Es
preciso, por lo tanto, estar en condiciones de garantizar que los
documentos sean generados con la mxima precisin
y en soportes duraderos. No hace falta recordar que de algunos de
los abrigos con arte levantino o esquemtico que fueron documentados
en este siglo el nico testimonio que nos queda es el calco,
la fotografa o la descripcin que tom en
su da su descubridor. En este sentido puede ponerse como
ejemplo el ambicioso plan desarrollado por el Departamento de Prehistoria
del CSIC para la recuperacin del denominado "Archivo
Gil Carls", planificado en los aos 70 por el
prof. M. Almagro Basch para formalizar un Catlogo de la
Pintura Rupestre Levantina. Este archivo, formado por ms
de 6.500 fotografas y casi 2.800 fichas, constituye un autntico
tesoro documental que, sin embargo, amenazaba tambin con
sufrir un pronto deterioro debido a la corta vida de las emulsiones
fotogrficas empleadas en aquellos aos (Vicent et
alii, 2000).
La realizacin de este trabajo ha contado
con varios objetivos prioritarios: primero, conseguir la estabilizacin
de las fotografas originales y duplicarlas mediante digitalizacin;
segundo, crear una base de datos documental que integrara las distintas
vertientes de la informacin y permitiera consultas giles
y complejas; en tercer lugar, difundir los contenidos de este Corpus
a travs de la publicacin electrnica. Los
resultados iniciales, centrados en abrigos del Barranco de La Valltorta
en Castelln, pueden ser consultados por internet y transferidos
al soporte deseado grfico o informtico-. La
expansin de este tipo de trabajos ser en el futuro
una oferta de gran atractivo tanto para aficionados como para investigadores,
dada la calidad y la flexibilidad que aporta la informacin
digitalizada (Gonzlez Sainz, C.; Cacho Toca, R.y Fukazawa,
T. 1999).
En la actualidad, por lo tanto, la conservacin
y la difusin son dos de los aspectos que adquieren mayor
relevancia en relacin al arte prehistrico (Herrez
Ferreiro, J. A. 1997; Arte, 1998). La consideracin privilegiada
que tienen los yacimientos con arte rupestre en la legislacin
espaola y el inters por su conservacin,
que se ha traslucido en la declaracin de extensas reas
decoradas como Patrimonio de la Humanidad, dejan traslucir una preocupacin
que no debe limitarse al mantenimiento de estas evidencias del pasado,
sino que debe asumir y afrontar la creciente curiosidad e incluso
el trato familiar que stas despiertan entre la poblacin,
y que precisa de una respuesta por parte de la istracin
y las instancias acadmicas. El nacimiento de numerosas asociaciones,
de revistas especializadas en formato tradicional y electrnico,
de congresos especficos en diversas partes del mundo, o
de un nmero creciente de monografas sobre el arte
de las sociedades prehistricas hace evidente este inters,
que mueve tanto a profesionales como a aficionados, y que est
acelerando en los ltimos aos la informacin
disponible y disparando nuevas lneas de actuacin (www.serve.com/archaeology/rockart.html).
La puesta en valor y la difusin del Patrimonio
artstico prehistrico debe basarse en los avances
que ha generado la investigacin, y a su vez inevitablemente
plantear preguntas nuevas que los investigadores debern
acometer (Clottes, 1999). Se nos presenta, por tanto, el reto de
imbricar la investigacin con la difusin a gran escala
bajo parmetros que primen la conservacin de la evidencia
y su documentacin exhaustiva. Si una imagen vale ms
que mil palabras, y el arte prehistrico est compuesto
de imgenes, comprenderemos que haya mucho todava
que indagar en este largusimo mensaje que nos enviaron nuestros
antepasados ms remotos.
*Publicado
originalmente en: http://www.ucm.es/info/arqueoweb/numero2_3/articulo2_3_CHAPA.htm
2000. Cedido y autorizado por la autora especialmente para
Rupestreweb, julio de 2003.

Preguntas,
comentarios? escriba a: [email protected]
Cmo
citar este artculo:
CHAPA Brunet,
Teresa
. Nuevas
tendencias en el estudio del Arte Prehistrico.
En Rupestreweb, /tendencias.html
2003
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