A la caza de una idea: Jeannine y el petroglifo
Camilo Morn [email protected]
“Lo que necesitamos es imaginacin, pero imaginacin dentro
de una terrible camisa de fuerza.”
Richard Feynman. The Caracter of Physical Law.
“No hay que tener miedo a la erudicin”, nos aconseja el genio –en el sentido que Vasari usaba la palabra– del genial Alfonso Reyes. Nos ocuparemos morosamente, pero sin pretensiones, del curso de una idea: el pensar en nuestra geografa intelectual –la del pensamiento venezolano– sobre los petroglifos. Se ver cmo una idea es expuesta y luego dejada a un lado, para reverdecer nuevamente ante un paisaje cambiado; cmo muros y fantasmagoras son levantados por los autores a pocas de distancia; cmo unas con otras sellan alianzas: las miradas, o se miran con mutua desconfianza. Deca Giovanni Papini en su Diario que para hacer una sola confesin completa se necesitaban miles de voces. Esta es nuestra confesin...
En este ensayo bibliohemerogrfico seguimos de cerca la muy recomendable obra de Jeannine Sujo Volsky, El Estudio de Arte Rupestre en Venezuela: su Literatura, su Problemtica y una Nueva Propuesta Metodolgica. Dicho trabajo fue realizado entre Junio de 1972 y Agosto de 1974, como Tesis de grado para optar al Ttulo de Antroploga en la Universidad Central de Venezuela. Dirigi la elaboracin de la mencionada investigacin la Dra. Aberta Zucchi, complementada con las sugerencias y guas de los entonces Profesores Jos Mara Cruxent, Mario Sanoja y Marshall Durbin. Segn hace constar la misma autora: “La seleccin de este tema surgi de conversaciones sostenidas con el profesor Cruxent, quien ha recopilado amplia informacin sobre arte rupestre durante sus investigaciones en el campo, y me hizo notar la necesidad de crear una metodologa que permitiera sistematizar el material venezolano. Decid orientar la tesis en este sentido, y para ello Cruxent elabor una gua que resumiera aquellos aspectos que, a travs de sus experiencias de campo, consider ameritaban un tratamiento metodolgico.”(1)

Habla elocuentemente del nivel de la Escuela de Antropologa de la Universidad Central de Venezuela –por aquel entonces, cuanto menos– la excelencia, abundancia y el rigor de la tesis de Sujo. Pero detengmonos slo un breve instante en algo que se deja colegir entre las lneas de la autora: un nombre y una influencia: Jos Mara Cruxent. Tuvimos el placer de conocer a Cruxent cuando este alcanzaba la provecta edad de 90 aos; pero ya conocamos su obra en virtud de su clsica Arqueologa Cronolgica de Venezuela. En alguna ocasin escribimos sobre el hombre y la obra: “Conviene que destaquemos el rasgo ms singular de las inquietudes cientficas de Cruxent: su sentido esttico. Sin duda, el gusto por el dato, por el informe cientfico, por la descripcin exacta presentes estn en sus trabajos; empero, sus inquietudes artsticas, incluso filosficas, son fibra permanentemente en su obra. Su perseverancia aguda y tenaz se patenta en el estudio atento de nuestro pasado ms remoto y de su lenguaje artstico, en su ser prstino y esencial. La obra capital de Cruxent, en co-autora con Irving Rouse, arquelogo de la Universidad de Yale, intitulada Arqueologa Cronolgica de Venezuela, publicada por primera vez en 1958, va de la mano de ese sentido genuinamente artstico y cientfico. Se trata de una obra clsica de consulta obligada en los estudiosde la venezolanidad.” (2) Lo dicho era necesario a fin de aclarar que nuestra vecindad con las ideas de Sujo no es slo asunto del pensamiento; confesmoslo: es tambin asunto del corazn, como corresponde a quienes temas y afectos en comn tienen.

El Ouroboros, ese dragn simblico del eterno retorno, se muerde la cola. Al antologista le corresponde hacerse antologa a su vez. La ola imbatible del tiempo le lleva a hacerse tiempo y obra conclusa, cerrada; crculo perfecto, pero no crculo hermtico.(3) Digmoslo claramente: No es posible acercarse a la bibliografa de los petroglifos en Venezuela al margen de la obra de Sujo. La juzgamos –y de ello hemos dado abundante testimonio– de carcter capital en nuestras reflexiones sobre el tema. Acerqumonos, pues, a las ideas ms propias de la autora. Para Sujo, los petroglifos en Venezuela han sido sometidos a dos tipos de anlisis, los cuales no pueden agruparse en perodos cronolgicos especficos, por encontrarse dispersos a lo largo de toda su literatura. “El primero y ms numeroso es el anlisis interpretativo cuyos temas y tratamientos varan desde las muy imaginativas interpretaciones de tempranos misioneros que vean en los petroglifos ‘obras del demonio’, pasando por las comparaciones con alfabetos y costumbres de antiguas civilizaciones clsicas, tales como las propuestas por Tavera-Acosta y Caldern y las comparaciones arbitrarias con mapas cartogrficos realizados por Taubner, hasta las interpretaciones ms objetivas basadas en los mitos de Amalivaca que sugieren Humboldt, Rojas, Alvarado, Straka y de Abate; y, finalmente, los anlisis comparativos de Diessl y Len Q., Acosta Saignes y otros entre figuras de petroglifos venezolanos y figuras centroamericanas, peruanas y norteamericanas.” (4)

El segundo tipo de anlisis es llamado por Sujo objetivo. “Los temas de este grupo varan desde los ms tempranos intentos de sistematizar las migraciones y tribus autoras en base al estudio de la posicin de las patas de las ranas (Rojas), pasando por las comparaciones pictogrficas de Koch-Grnberg, Mallery y Marcano fuertemente apoyadas en los conceptos de variabilidad y relatividad cultural que ofrecen una superacin positiva a obras tales como las de Humboldt, en las que se considera que todos los grupos amaznicos, aunque de distintos orgenes, son ‘iguales en su inmadurez y estn igualmente llevados a la simplificacin, la generalizacin de los contornos... y que por sus facultades espirituales e intelectuales producen signos y smbolos idnticos’; hasta las clasificaciones generales planteadas por Im Thurn, Boman y Rouse en los que a travs del anlisis de tcnicas, figuras, etc., se agrupan grandes cantidades de petroglifos. Pertenecen a este grupo tambin todos los anlisis descriptivos de yacimientos aislados o conjuntos especficos tales como los de Cruxent, Diessl y Len Q., Alvarado, Jahn, Sanoja y Vargas, Perera, etc. que a partir de la segunda dcada del siglo XX aparece en forma de artculos en revistas especializadas.” (5)
Un tercer anlisis alterno a los anotados por Sujo, lo hemos denominado etnogrfico. Comprende de un lado el carcter contemporneo de los petroglifos, as como su insercin en la plenitud de las relaciones culturales. Cuntanse entre quienes han empleado este enfoque Humboldt, Alvarado, Jahn, Requena, Shombourgk, Koch-Grnberg, –al tomar nota de las tradiciones populares–, y ms recientemente Omar Gonzlez, Jacqueline Clarac, entre otros. Al tratar los petroglifos desde este enfoque, dejan stos de ser testimonios indescifrables de lo pretrito, para mostrarse como agentes actuantes en el da presente. Sin dejar a un lado ninguna de las sendas posibles, hemos seguido sta senda en nuestras investigaciones por su novedad y considerar que es posible recoger valiosas referencias que arrojen alguna luz sobre el enigma que an para nosotros son los petroglifos. Los datos recogidos a partir de este mtodo han de serlo con el rigor que caracteriza la investigacin etnolgica y ser sometidos a los anlisis propios de esta disciplina.
Ilustremos nuestro parecer sirvindonos de las palabras de Octavio Paz: “Desde el Romanticismo hasta nuestros das el arte no cesa de enriquecerse con obras y conceptos ajenos al orbe grecolatino. Podemos ver con ojos limpios el arte precortesiano porque desde hace ms de un siglo se nos ha enseado a ver al arte gtico, el oriental y, ms tarde, el de Africa y Oceana. Estas conquistas no slo han enriquecido nuestra sensibilidad sino que han influido en la obra de todos los grandes artistas contemporneos. Recurdese lo que significaron las mscaras negras para el cubismo, el arte egipcio para Klee, la escultura sumeria para Picasso. La obra de los pintores mexicanos participa en esta tradicin. Sin ella, Rivera sera inexplicable. Nuestra pintura es un captulo del arte moderno. Pero, asimismo, es la pintura de un pueblo que acaba de descubrirse a s mismo y que, no contento con reconocerse en su pasado, busca un proyecto histrico que lo inserte en la civilizacin contempornea.”(6) Los Tepumereme participan de esta doble significacin: pulsan nuestras miradas –incidentalmente la de los artistas– con un bosque de signos y evocaciones; volvemos a ellos los ojos abiertos hacia nuevas lecturas que, partiendo de la memoria y el tiempo, vuelven siempre renovadas, fecundas. Son vasos comunicantes por los que fluye el Presente Eterno.

Volviendo al Estudio, Sujo se propuso la elaboracin de una metodologa sistemtica con el fin de formular una tipologa o clasificacin general, que pusiese de relieve las relaciones y diferencias significativas entre distintas estaciones. “Tal como lo sugieren Dupouy, Acosta Saignes y Cruxent, decidimos concentrarnos en establecer una metodologa que permitiera estudiar sistemticamente y en conjunto, el arte rupestre de Venezuela. Nuestro primer paso en la bsqueda de esta tipologa nos fue sugerido por Marshall Durbin. Nos explic que as como se trabaja en la lingstica, debamos intentar aislar de cada una de las figuras obtenidas de la bibliografa estudiada los elementos que la componan en su ms mnima expresin, tabular luego estos elementos, y establecer a partir de esta tabulacin las semejanzas figurativas, primero comparando las figuras aisladamente y luego en conjuntos. Con esta informacin se procedera entonces a establecer las relaciones y diferencias entre las diversas regiones, buscando delimitar estilos, trabajando siempre sobre la hiptesis de que existen diferencias significativas.
 
“Esta divisin en elementos mnimos permitira, por su objetividad, tabular no slo la forma caracterstica de los ojos, la boca, contorno del cuerpo, dedos de la mano, nmero de rayos de los soles, etc., sino establecer cuantitativamente las relaciones de estos elementos concretos entre s; por ejemplo, las distancias entre los ojos con sus relativas frecuencias, el ambiente figurativo en el que aparece cierto tipo de crculo radiado, etc. Explorando de esta manera las imgenes y sus agrupaciones se podra llegar a establecer relaciones significativas inimaginables, traspasar el umbral de nuestros propios modos culturales y acercarnos ms a la idiosincrasia perceptual de los grupos artistas. Este trabajo permitira discernir importantes elementos abstractos que no surgiran naturalmente de nuestra percepcin, y establecer, por el peso cuantitativo de ellos, cules fueron conscientes y compartidos, y cules arbitrarios.
 
“Se proseguira luego a comparar las tabulaciones de elementos figurativos entre las diversas regiones, y establecer (si as lo reflejan los datos), los diversos estilos artsticos representados en el arte rupestre. Basndonos en esta informacin, estableceramos entonces las posibles migraciones de los grupos autores, y observando la simplificacin o complejizacin colectivas de los rasgos caracterizantes de cada estilo, estableceramos una cronologa relativa, mientras no pudiramos hacerlo en forma absoluta.” (7) Al agrupar las fotografas por autor para un mismo sitio, y al agrupar stas por reas geogrficas, se elabor un mapa de las estaciones documentadas o referidas de petroglifos en Venezuela de inestimable valor para los investigadores, como personalmente tuvimos ocasin de comprobar.

Bevemente: la autora propone varios niveles de anlisis descomponiendo progresivamente las figuras hasta llegar a un nivel en el que se pudieran observar semejanzas de elementos que permitieran la agrupacin en tipos que combinaran una caracterstica figurativa y una tcnica de elaboracin. Esta descomposicin de la figura cumplira tambin una segunda finalidad, a saber: permitir que el arte rupestre se manifieste en toda su riqueza y variabilidad cultural, y de tal manera evitar caer en agrupaciones conceptuales a priori. Se procedera luego a idear un sistema para ubicar los tipos con sus respectivos porcentajes dentro de un marco geogrfico y establecer los horizontes estilsticos. Se evaluaran las posibilidades de ubicar estos horizontes estilsticos dentro de un marco cronolgico, ya fuese relativo o absoluto. Hasta donde nos fue dado conocer, esta labor titnica an est por hacerse... Sujo inici el camino y lo anduvo un buen trecho.
El libro ms hermoso, a nuestro parecer, que se ha publicado en Venezuela sobre las piedras pintadas ve la luz en 1987. “El Diseo en los Petroglifos Venezolanos” de Ruby de Valencia y Jeannine Sujo Volsky, en colaboracin con Rafael Lairet y Patrick Almiana. La Fundacin Pampero destaca en la presentacin de la obra su “carcter interdisciplinario, donde por primera vez se han unido los conocimientos de profesionales en distintas reas de la investigacin cientfica, dndonos una visin global acerca de lo esttico, de lo arqueolgico y de lo simblico...” (8) En septiembre de 1985, Ruby de Valencia invita a Jeannine Sujo a completar su investigacin de campo, con los yacimientos ubicados mediante la bibliografa y con un artculo sobre el enfoque arqueolgico del Arte Rupestre. Sujo sugiere invitar al gegrafo Rafael Lairet, cuyo inters en la Arqueo-Astronoma, lo haba acercado a la Arqueologa y al Arte Rupestre Venezolano, Lairet contribuye con un artculo sobre el enfoque geogrfico del Arte Rupestre, y otro sobre el procesamiento digital de imgenes, aspecto tcnico trabajado por l en sus estudios de Astronoma y que fue aplicado en el campo de la Arqueologa. Sujo plantea la posibilidad de incorporar a estos textos un artculo sobre los aspectos simblicos del Arte Rupestre y se invita al mdico psiquiatra Patrick Almiana, quien entre 1979 y 1982 realiz estudios en el ARAS (Archive for Research in Archetypal Simbolism) del C.G. Jung Institute en San Francisco, California; adems de Historia del Arte y Simbologa de India, Tibet, Nepal, Sudeste de Asia, Medio Este y Grecia, en las universidades de San Francisco y Berkeley.
Durante 1986, el empleo de la tecnologa informtica en la investigacin permiti la elaboracin del anlisis estilstico, posibilit el manejo de una inmensa cantidad de datos provenientes de varias estaciones rupestres del pas. Todos los datos necesarios para el establecimiento de tipologas en el Arte Rupestre, obtenidos del anlisis de la bibliografa y de las fotografas obtenidas en el campo, se integraron en fichas de investigacin Pb. 1 (ficha para cada estacin rupestre) y Pa. (ficha para cada piedra de las estaciones rupestres). Resultando de los cruces de informacin 3 horizontes estilsticos, que son analizados en el artculo arqueolgico, y que ms adelante veremos en detalle. Gran parte del acervo fotogrfico fue recogido entre 1976 y 1985 por la Arquitecto Paisajista Ruby de Valencia, quien recorre 17 de los 23 estados venezolanos de la divisin geopoltica de entonces, fotografiando en cada uno las diferentes manifestaciones de Arte Rupestre. (9)

La obra incluye un mapa elaborado a partir de la reduccin de una imagen satelital de radar a escala 1: 1.000.000, donde se indica la distribucin geogrfica de las estaciones rupestres en Venezuela, fuesen petroglifos, pinturas rupestres, monumentos megalticos, geoglifos. Un mapa fsico-poltico de Venezuela, a escala 1: 4.000.000, dividido en VI provincias Fisiogrficas, segn el Ministerio de la Defensa, 1965, a saber: I) Plataforma Continental. II-A) Cordillera de la Costa Central. II-B) Cordillera de la Costa Oriental. III) Valles y Serranas de Falcn, Lara y Yaracuy. IV) Serrana de Perij y Andes Venezolanos, V) Llanos, VI) Guayana. Se contabilizan 409 estaciones rupestres para todo el territorio nacional –321 yacimientos de petroglifos–, 21 para Falcn; 4 para Mrida, sin incluir la estacin de San Isidro; a menos, que correspondiese a la estacin 409, “cerca de Tovar”, referida en una comunicacin personal.
Sujo destaca que slo en pocos casos, tales como el de las etnias de la familia lingstica arawaka que an hoy persisten en el mismo territorio que ocupaban en la poca prehispnica –el rea del Ro Negro en el suroeste del estado Amazonas– ha sido posible que sus reconozcan y expliquen el significado de algunos de los signos grabados en la roca. En virtud a informaciones dadas por Omar Gonzlez, Sujo nos refiere que un signo –una lnea quebrada en ngulo recto, formada por cuadrados y rectngulos inconclusos–, que aparece grabada en el petroglifo de Tewni, en la boca del cao del mismo nombre, es interpretada por los guarekena como la corona de Npiruli, representado en los mitos de iniciacin masculina por el “cabezante”, que dirige la iniciacin. La iniciacin masculina se celebra en las cercanas de los petroglifos que representan estas figuras. En estos ritos se utilizan unos botutos sagrados (Strombus gigas), denominados Kuwai, en honor del hijo de Npiruli en el reino de los hombres. Este botuto tambin posee una representacin simblica en los petroglifos: la tan familiar espiral, donde nosotros y otros investigadores hemos visto un smbolo de la serpiente. La figura de la espiral representa entre los guarekena la huella que deja en la arena la corteza enroscada del botuto; el dibujo resultante evoca la figura del caracol que posiblemente fue el instrumento originario. Simboliza el incesto y recuerda a las mujeres que por ser de la misma fratra del hombre no pueden elegirse como cnyuges.
 
El petroglifo de Tewni tambin representa otro signo donde los guarekena reconocen una Kasijmalu, o mujer menstruante, mujer iniciada, mujer en ayuno. La iniciacin femenina se observa a partir de la primera menstruacin, y este smbolo se emplea tanto en la pintura corporal como en la cestera que se usa en estos ritos, en vez de los petroglifos, a los que la mujer tiene prohibido acercarse. La iniciacin femenina tiene lugar en la plaza de la poblacin, mientras la masculina se verifica junto a los petroglifos, en los caos.
“Los diseos de las pinturas corporales –escribe Sujo– utilizados en los ritos de iniciacin guarekena, son a una vez remanentes simblicos de la existencia de sibs totmicos. Representan antepasados mticos, animales pensantes que fueron el padre o progenitor del cual ellos descienden, y que los une como pertenecientes a una misma sangre.” (10) Y ms adelante: “Si recapitulamos, toda esta simbologa incluida en la vida espiritual de estos pueblos [Guarekena, Curripaco, Piapoco, de filiacin lingstica arawaka; y Tukano, que no pertenecen a la misma familia lingstica] obtendramos: la primera menstruacin, momento de la iniciacin femenina en el conocimiento de las reglas del matrimonio, el cual debe celebrarse fuera de la fratra, pues dentro se considerara incesto; el dios Kuwai, quien ense estas normas y cuyo instrumento sagrado [botuto], utilizado en las iniciaciones masculinas presenta en su decoracin estos smbolos, que son a la vez grabados en las rocas de los sitios sagrados usados para estas iniciaciones; las rocas mticas que demarcan los lugares por donde pas Kuwai (reflejo de las mismas migraciones antiguas de las tribus arawakas) –todos estos significados indican un uso sagrado del petroglifo.”

(11) Al carcter sagrado de los petroglifos debemos aadir la territorialidad: “La presencia de estos grabados en piedra implica, como implicaba en pocas pasadas, territorialidad; las seales eran reconocidas por de otras comunidades que las teman y respetaban.” (12) Recordemos los numerosos relatos donde se comenta la costumbre indgena de echarse jugo de limn, tabaco o aj en los ojos al pasar frente a ellos; o evitarlos tomando rutas alternas.
Lneas atrs hicimos mencin a los horizontes estilsticos, buscados por Sujo en el Estudio de casi una dcada antes y claramente expuestos en el Diseo, son a saber tres: Horizonte Centro-Occidental, presenta un fuerte predominio de figuras geomtricas, seguido de antropomorfas y en tercer lugar de zoomorfas. Componen este horizonte los estados Falcn, Zulia, Trujillo, Carabobo, Aragua, Distrito Federal, Miranda y Gurico. Al estudiar los porcentajes de cada tipo figurativo por estado, se evidencia una mayor relacin entre Falcn, Carabobo, Aragua, Distrito Federal y Miranda por un lado, y Zulia y Trujillo por otro. A pesar de que Gurico est prximo a los estados centrales sus porcentajes se asemejan al subgrupo Zulia-Trujillo.
HORIZONTE CENTRO-OCCIDENTAL
Sub-Grupo |
Promedio de figuras por Estado |
|
1. Falcn, Carabobo
Aragua, Miranda
Distrito Federal |
Geomtricas
Antropomorfas
zoomorfas |
496
44
12 |
2. Zulia, Trujill |
Geomtricas
antropomorfas
zoomorfas |
31
12
4 |
3. Gurico |
geomtricas
antropomorfas
zoomorfas |
7
4
0 |
Horizonte Occidental, caracterizado por predominio de figuras geomtricas, seguidas de zoomorfas y luego de antropomorfas. Componen este horizonte los estados Tchira, Barinas, Cojedes, Yaracuy y Lara. En Portuguesa, estado que podra integrar este grupo debido a su ubicacin geogrfica, no se haban registrado petroglifos hasta esa fecha. “Mrida –escriba la autora–, que podra formar enlace entre Tchira y Barinas en este horizonte, o el enlace entre Trujillo y Zulia en el Horizonte Centro-Occidental, subgrupo 2, presenta solamente figuras geomtricas (76 geomtricas, O antropomorfas, O zoomorfas) por lo que an no podemos ubicarlo en el horizonte correspondiente.” (13) En el Horizonte Occidental, los porcentajes de cada tipo figurativo por estado muestran una mayor relacin entre s que aquellos del primer horizonte, por lo que no requieren subdivisin.
Estados |
Promedio de figuras por Estado |
|
Tchira, Barinas,
Cojedes, Yaracuy,
Lara |
Geomtricas
(excluyendo a
Barinas):
zoomorfas
antropomorfas |
328
220
21
3 |
Cuando el Diseo estaba en proceso de impresin, Jacqueline Clarac notific a Sujo sobre figuras zoomorfas y antropomorfas en petroglifos del estado Mrida. Sin embargo, la estacin de San Isidro no pudo ser analizada entonces. Nosotros lo hemos hecho obteniendo la siguiente relacin:
Estado |
Promedio de figuras por Estado |
|
Mrida |
Geomtrica
antropomorfas
zoomorfas |
98
7
6 |
Mrida parece reproducir el patrn del Horizonte Centro-Occidental, pero no en el subgrupo 2, como consider Sujo, sino que guarda semejanza con el subgrupo 1. (Falcn, Carabobo, Aragua, Miranda, Distrito Federal). En el museo Histrico Religioso de Ejido, tuvimos ocasin de ver un petroglifo que segn se nos inform provena de los Pueblos del Sur, sin mayor abundamiento; esperando datos ms precisos, baste sealar que su motivo es geomtrico. Para finales del mes de Julio de 2006, no se ha hecho ninguna publicacin cientfica acerca de los petroglifos descubiertos por los investigadores del Museo Arqueolgico de la Universidad de los Andes en la zona del municipio Zea y en el rea de los Pueblos del Sur de la Cordillera de Mrida.
Horizonte Sur, caracterizado por predominio de formas geomtricas, seguidas de antropomorfas; por la fuerte diferenciacin de estas dos ltimas en relacin al segundo horizonte y por las diferencias tcnicas. Est integrado por los estados Bolvar y Amazonas. A pesar de que este horizonte presenta, como el segundo, un predominio de figuras geomtricas, seguidas de zoomorfas y en tercer lugar de antropomorfas, se prefiri conformar un horizonte separado por las siguientes razones. Primera, los diversos aspectos tcnicos permitieron establecer una clara diferencia entre los petroglifos al Sur y al Norte del Orinoco. Segunda, es notable la diferencia entre el porcentaje de figuras zoomorfas de este horizonte, con respecto al segundo (Occidental) y el primero (Centro-Occidental). Un promedio de 179 figuras zoomorfas por estado caracterizan a este horizonte con respecto a las 21 del segundo y 5 en el primero. Tercera, la proporcin de figuras antropomorfas tambin muestra una diferencia notable: 33 en el Horizonte Sur, 3 en el Horizonte Occidental y 20 en el Horizonte Centro-Occidental (Recurdese que no fueron considerados los signos de la estacin de San Isidro, vase supra).
Estado |
Promedio de figuras por Estado |
|
geomtricas
Amazonas |
Geomtrica
zoomorfas
antropomorfas |
545
179
33 |
En cuanto al resto del pas: para el Oriente no contamos con suficiente informacin como para definir horizontes figurativos. Anzotegui y Monagas, con 3 y 2 estaciones de petroglifos respectivamente, no presentan el tem sobre tipos figurativos en la documentacin revisada. Sucre tiene un solo yacimiento caracterizado por signos geomtricos lineales. Nueva Esparta no ha brindado informacin sobre petroglifos. Finalmente, en Delta Amacuro, con dos yacimientos de los cuales uno solo posee informacin sobre el tem figurativo, presenta una interesante inversin de valores, siendo este estado el nico en Venezuela en el que predominan las figuras antropomorfas, seguidas de las geomtricas y finalmente de las zoomorfas en una relacin de 14-5-0.(14)
Recapitulando los datos de cronologa directa y relativa obtenidos para los petroglifos venezolanos, tenemos: El hallazgo de una piedra suelta con un grabado caracterstico de los petroglifos de Vigirima (Carabobo), San Pablo (Yaracuy) y Tazn (Distrito Federal), descrito por Cruxent y Rouse en un conchero sin alfarera en Manicuare, Pennsula de Araya, permite suponer determinaciones cronolgicas referidas a perodos pre-alfareros (Paleo-Indio). El petroglifo de Chipaque, estado Falcn, cuya data se estableci por Vaz a partir del ndice de insolacin de la piedra caliza a una temperatura de 30 oC, arroja una antigedad estimada en 4.000 aos (Meso-Indio). La presencia de clices, cruces, botellas que presentan varios petroglifos y particularmente de una carabela en una estacin de Ro Negro, ubican la realizacin de stos en fechas posteriores a 1492 (Indohispano). Informes de retoques y ceremonias realizadas en la proximidad de las estaciones rupestres referidos por exploradores y etngrafos, as como su presencia en las tradiciones y la oralidad de las poblaciones campesinas –en el marco de nuestras investigaciones en el suelo falconiano– testimonian su contemporaneidad.

En 1997, la Fundacin Polar pblica la segunda edicin del Diccionario de Historia de Venezuela, la primera data de 1989, en esta edicin, corregida y aumentada, se incluye el artculo Arte Rupestre y Petroglifos de Jeannine Sujo Volsky. La autora nos informa que los yacimientos de arte rupestre hallados en el pas suman un total de 379 estaciones; de estas 320 son estaciones de petroglifos (grabados sobre rocas); 28 son pinturas rupestres (pintura sobre roca); 6 son monumentos megalticos integrados por menhires (rocas verticales generalmente colocadas en fila y algunas grabadas); 10 son piedras o cerros mticos naturales (piedras o cerros no trabajados por el hombre a los que se atribuyen explicaciones mitolgicas que pueden estar asociados con concepciones sobre el origen de los petroglifos); 18 son bateas (depresiones de forma generalmente rectangulares cortadas en la roca); 16 son amoladores (rocas con depresiones de forma ovalada hechas por abrasin, eventualmente consecuencia del amolado de instrumentos lticos, encontrados a veces en las cercanas de petroglifos); 2 son yacimientos de micropetroglifos, colectados por Cruxent en el complejo El Heneal –1956–, en la costa oriental de Falcn y las tres lminas de pizarra encontradas por Zsabadicks (1997) en el Lago de Valencia y un geoglifo (grabado monumental sobre tierra): El Geoglifo de Fila Olivita, cuya primera descripcin cientfica data de 1949, y fue hecha por Cruxent en las Memorias de la Sociedad de Ciencias Naturales La Salle.
Estima la autora que slo 8 yacimientos con petroglifos han sido hallados en recintos cubiertos: Falcn 2, Distrito Federal 2, Amazonas 2, Bolvar 1, Carabobo 1. En realidad, Falcn cuenta con 4 estaciones de petroglifos en recintos cubiertos –y posiblemente el nmero sea mayor, a juzgar por los informes que disponemos–: La Urubana, descripta por Pedro Manuel Arcaya en 1915. Cueva de los Petroglifos y Cueva de los Indios o Cueva de Los Mallorquines, descritas por Miguel Angel Perera en la Revista de la Sociedad Venezolana de Espeleologa en marzo de 1970; Chipare, estacin visitada por varios investigadores –Hernndez Bao, Ruby de Valencia, et all– y estudiada por nosotros en las campaas 2005/2006 y Agosto de 2006. Conviene sealar que el Tomo XX de los manuscritos de Arcaya que se encuentran en el Archivo Histrico de Coro, leemos con relacin a la Urubana: “7 de septiembre de 1915. Petroglifos en la parte alta del cerro, en dos cuevas”, a las que Arcaya designa como cueva A y cueva B, ambas con grabados.
Como instrumento para la realizacin de los petroglifos Sujo menciona el empleo abrasivo de ciertas piedras, entre ellas el cuarzo, cuyo efecto se complementaba con el uso de agua y arena; cincel y martillo ltico que proporcionan un efecto de punteado; o la concha marina (Strombus gigas)cuyos fragmentos se han encontrado incrustados en los surcos. Existen noticias del empleo de la savia sicoltica de ciertas plantas (Euphorbiaceas, Cereus) en la superficie de la roca, catalizando el proceso de desintegracin de la superficie que se deseaba grabar.
Destaca que las superficies interlineales aparecen a veces pulidas y a veces rebajadas artificialmente. Frecuentemente, las protuberancias, abombamientos o depresiones de la roca se integran a la figura utilizndose intencionalmente su volumen en la elaboracin ltima del smbolo. El hallazgo en Cunucunuma (estado Amazonas) de una piedra volteada hacia la tierra y cuyos surcos se encontraron rellenos de una pintura hecha de onoto, agua y caraa, as como observaciones similares hechas por Im Thurm y Alencar Araripe en Brasil, y Cruxent en Venezuela, permiten suponer que la pintura de los surcos fue una prctica asociada a lospetroglifos.

Subraya Sujo que la exactitud de los resultados obtenidos en el estudio del arte rupestre depende del cuidado con el que se hayan recogido los datos en el campo, la objetividad con que se elaboran las hiptesis de trabajo, la adecuada escogencia de mtodos de anlisis, automatizado
de datos, pruebas estadsticas en el laboratorio y, finalmente, de la correcta interpretacin de
los resultados.
Cuando escribamos estas lneas, a mediados de 2004, nos sorprendi la ingrata noticia de la muerte de Jeannine Sujo en la ciudad de Nueva York. Si bien la investigadora se ha ido, queda como elocuente testimonio de su presencia en la ciencia venezolana su obra generosa.
N.E. todas la grficas que acompaan este artculo pertenecen ala obra Jeannine Sujo Volsky: El Estudio del Arte Rupestre en Venezuela: su Literatura, su Problemtica y una Nueva Propuesta Mitolgica. Montalbn, n 4, Universidad Catlica Andrs Bello, Caracas, 1975.
Notas
1. Jeannine Sujo Volsky: El Estudio del Arte Rupestre en Venezuela: su Literatura, su Problemtica y una Nueva Propuesta Metodolgica. Montalban, N 4, Universidad Catlica Andrs Bello, Editorial Arte, Caracas, 1975, p. 709.
2. Camilo Morn: Honor a Quien Honor Merece. Vrtigo, Mrida, Mayo-Junio, 2001, p. 5.
3. Sujo: Estudio.
4. Sujo: loc. cit., p.p. 762.
5. Ibd., p. 763.
6. Octavio Paz: Las Peras del Olmo. Seix Barral, Barcelona, 1974, p. 192.
7. Sujo: loc. cit., p. 764.
8. Ruby de Valencia y Jeannine Sujo: El Diseo en los Petroglifos Venezolanos. Fundacin Pampero, Caracas, 1987, p. IV.
9. Ibd., p.p. X–XII.
10. Ibd., p.p. 76-79. El sib, unidad de descendencia es, en el caso de los Guarekena, patrilineal, es decir, esta identificacin con el totem se transmite por va paterna.
11. Ibd., p.p. 80, 81.
12. Ibd., p.p. 82.
13. Ibd., p. 123.
14. Ibd., p.p. 119-128.

Preguntas,
comentarios? escriba a: [email protected]
Cmo citar este artculo:
Morn, Camilo. A la caza de una idea: Jeannine
y el petroglifo. En Rupestreweb, /sujo.html
2007
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