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Retratos rupestres de Jeannine Sujo Volsky y Omar Ydler. Ponencia presentada en el V Foro Nacional de Investigadores de Arte Rupestre. Valencia. 2009 2c172w

Camilo Morn. [email protected]

Rupestrlogo: la palabra no existe en el Diccionario de la Real Academia Espaola. No es que un Diccionario sea una Biblia; pero ciertas ausencias son como rastros. No tenemos noticias de quin acu el trmino originalmente; puede, como sugiere Robert K. Merton, que casi la totalidad de la ideas –las comunes y las geniales– surjan ms de una vez, independientemente unas de otras, y, a menudo, prcticamente al mismo tiempo. Es evidente que los investigadores estn insertos en sus culturas, no aislados de ellas. Como bellamente dice Stephen Jay Gould: “La mayor parte de las grandes ideas estn en el aire, y hay varios estudiosos agitando sus cazamariposas simultneamente.”(1)

Estacin playa de Cucurucha
Estado de Falcn

Posiblemente el trmino rupestrlogo ejemplifica claramente una contribucin “mltiple” en la medida en que fue fraguado ms de una vez, en distintas latitudes, sincrnica y diacrnicamente, y de manera paralela en cada ocasin. Sin duda, se trata de un calificativo emic un tanto outre –en cuanto ha sido concebido en el seno de una comunidad de estudiosos y casi para un uso ntimo; domstico, se dira–. Marvin Harris propone esta definicin de emic: “Las proposiciones emic se refieren a sistemas lgico-empricos cuyas distinciones fenomnicas o cosas estn hechas de contrastes y discriminaciones que los actores mismos consideran significativas, con sentido, reales, verdaderas o de algn modo apropiadas.”(2) Si por “actores” consideramos a la comunidad plena de investigadores –acadmicos o empricos–, que procuran, sostienen y comparten una tica –verbigracia: cdigo de tica de IFRAO– y una esttica –signada por su objeto de estudio–, la nocin de rupestrlogo claramente satisface los requerimientos bsicos para ser considerada como un sustantivo emic hecho por los estudiosos del arte rupestre sobre y para s mismos. Desde luego, el trmino puede ser echado a un lado como un mero chiste cientfico, un ingenioso juego de palabras, una broma privada slo comprensible para los iniciados en el arcano de una comunidad que comparte cdigos, referentes, antecedentes, tica, esttica, e, incluso, diferencias y divergencias. Por lo dems consideremos que constructos verbales como “arte rupestre” y “manifestaciones rupestres” adolecen de consenso y levantan objeciones razonadas. Del primero, podemos sealar que la palabra “arte” ha sido tomada por sus objetores en un sentido ms bien estrecho de “bellas artes”; esto no refleja el sentido moderno de la palabra “arte” entre los historiadores, los crticos y los mismos artistas; en su favor podemos argumentar su universalidad, pese a un cuestionamiento tambin universal. El segundo no es ms afortunado y menos vago. Ilustremos esta flaqueza con un ejemplo: imaginemos, puestos al caso, una manifestacin de estudiantes que arremeten a pedrada limpia contra un piquete de policas; alguien podra decir que estamos ante una “manifestacin rupestre”…, y no le faltara razn; en consecuencia, algunos de nosotros hemos participado en “manifestaciones rupestres” en nuestros das de estudiantes universitarios.

Estacin el mestizo,
Estado de Falcn

En las antpodas de estas consideraciones, hagamos notar que la voz petroglifo s la encontramos en el DRAE, donde leemos: “(Del gr , roca, y un der. , del verbo que significa cincelar, grabar) m. Grabado sobre roca obtenido por descascarillado o percusin, propio de pueblos prehistricos.”(3) La referencia ms remota a los petroglifos en Venezuela es un documento fechado en 1729 por el p. j. Juan Rivero, intitulado Historia de las Misiones de los Llanos de Casanare y los ros Meta y Orinoco. En esta relacin, Rivero narra que los misioneros que llegaron en 1671 a la confluencia de los ros Sinaruco y Orinoco encontraron “unos peascos muy altos en los cuales haba unas figuras esculpidas… con tal arte y disposicin que no es posible haberse formado en ellas tales imgenes o dolos sino por arte del demonio, porque si atendemos a la altura y lo inaccesible de las peas, no era posible subir a ellas, as por la mucha altura como por lo tajado del risco.”(4) Jeannine Sujo Volsky –cuyas contribuciones a la compresin venezolana del arte rupestre motivan algunas de estas lneas– destaca que estas tempranas referencias al demonio como instigador o autor de los petroglifos son recurrentes en las obras de los primeros misioneros, ora como “relatos de los indios”, ora en los relatos de los mismos misioneros; y con el tiempo devendrn en la primera manifestacin de lo que Sujo dar a llamar “anlisis subjetivo”.(5)

En 1781, Philippo Salvatore Gilli publica su Saggio di Storia Americana, donde describe la piedra pintada de Tepumereme (y es ese exactamente su significado en lengua tamanaca: piedra pintada). La visit en sus viajes por el Orinoco: “Creyendo hallar algo memorable –escribe–, fui a verla, mas los lineamientos rsticos de las figuras no se asemejaban a ningn tipo de escritura.” Relata la creencia de los Tamanaco de que estos grabados fueron hechos por Amalivaca, dios creador del gnero humano, cuando viajaba en su canoa en la edad de “las grandes aguas”, grab los smbolos del Sol y la Luna, los animales y los hombres. En su Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente (Stuttgart, 1859), Alexander von Humboldt encuentra referencias a tiempos del mtico diluvio universal, relata que frecuentemente le hablaron de los petroglifos grabados a grandes alturas: “Cuando las grandes aguas, mientras que sus padres se vean obligados a andar en canoa para salvarse de la inundacin general…” Estos relatos los escuch entre los Tamanaco, los Maipures de las grandes cataratas y entre las comunidades indgenas en el curso del ro Everato, donde este vierte sus aguas en el Caura, all por los aos 1799 a 1804, durante su erudito peregrinar por la Amazona.(6)

Siglos despus, Isaac J. Pardo escribe en Esta Tierra de Gracia (Caracas, 1955): “Desde Paria hasta Coquibacoa; desde la costa, tierra adentro, hasta las cabeceras de los grandes ros; en las entraas de la selva hasta la Sierra de Parima, la Tierra de Gracia est sembrada de rocas que, a travs de los siglos, han conservado sobre su superficie unos jeroglficos indescifrables…Puntos, lneas, tringulos trazados al parecer caprichosamente por manos torpes y tenaces. Lagartos, aves, ranas elementales. Esquemticas caras humanas, la huella de una mano o la evocacin de un pie.” Y cuenta que cuando el Barn de Humboldt quiso saber cmo pudieron ser grabadas aquellas piedras inaccesibles, los indios le respondieron: “En la poca de las grandes aguas, sus padres andaban en canoas en aquellas alturas…Fue en los tiempos remotos de las inundaciones cataclsmicas. Por Kata Manoa, la Gran Laguna que cubra la tierra, navegaba entonces el padre de los Tamanaco, Amalivaca. Las figuras cargadas de misterio y de poderes mgicos de Tepumereme, la Piedra Pintada, fue El quien las grab. Y El hizo que la nica pareja sobreviviente de aquella devastacin repoblara la tierra, lanzando por sobre sus hombros semillas de la palma moriche que al tocar la tierra, hmeda todava, germinaban en nuevos hombres y nuevas mujeres.”(7)

Petroglifo de Campanero. Fuente Sujo Volsky

El primer estudio sobre arte rupestre realizado por un estudioso venezolano lo debemos a la pluma de Don Arstides Rojas. El 3 de febrero de 1874, en las pginas de La Opinin Nacional, Rojas publica la primera de tres entregas de este escrito pionero. Siguiendo la prolija descripcin hecha por Pedro Grases, sabemos que el artculo est estructurado por: Un paisaje de las Costas de Puerto Cabello. –El jeroglfico de Campanero, en San Esteban. –Los Jeroglficos de Guataparo, San Pedrito y Yaritagua. –Dilatada Regin con jeroglficos del Orinoco y Esequivo. –Regin del Amazonas. –Humboldt, Schomburgk, Wallace. –Veneracin de los Indios por los Monumentos Jeroglficos. –Opiniones de Humboldt. Las otras dos entregas aparecieron en las ediciones del 4 y el 5 de febrero de 1874 de La Opinin Nacional.(8)

Este ensayo fue premiado por la Academia de Ciencias Sociales –Caracas– en el Certamen Literario del 28 de Octubre de 1877, financindose su publicacin por este gremio acadmico; desde entonces, este ensayo ha conocido varias ediciones conjuntamente con otros estudios indigenistas del autor. Establecer con precisin la primera edicin de este texto no es un solitario ejercicio de erudicin; au contraire: arroja datos cruciales sobre el registro y conocimiento de las estaciones de petroglifos en Venezuela; nos permite, por ejemplo, fechar hacia 1873 la acuarela que Anton Gering hiciese del petroglifo de Campanero y que ste obsequiase a Rojas en vsperas de la publicacin del artculo en La Opinin Nacional; asimismo permite remontar en el tiempo los artculos sobre petroglifos venezolanos que desde Caracas, Adolf Ernst remitiese a la revista Globus en Berln.(9)

Sujo o Cmo Entrar y Vivir en el Laberinto 6q5f29

Entre las primeras publicaciones debidas a los misioneros, los viajeros y los anticuarios, las investigaciones de los positivistas en su primera y segunda generacin, y la consolidacin de la Antropologa como una ciencia en nuestras latitudes hacia la segunda mitad del siglo XX, la bibliohemerografa sobre arte rupestre en Venezuela fue abundante, variada y dispersa: un ddalo de pginas e ideas. En este laberinto de luces y sombras es un hilo conductor la obra de Jeannine Sujo Volsky intitulada El Estudio del Arte Rupestre en Venezuela: su Literatura, su Problemtica y una Nueva Propuesta Metodolgica; este trabajo fue realizado entre junio de 1972 y agosto de 1974 para optar al ttulo de Antroploga por la Universidad Central de Venezuela, tutore la investigacin la Dra. Alberta Zucchi. Segn hace constar la autora: “La seleccin de este tema surgi de conversaciones sostenidas con el profesor Cruxent, quien ha recopilado amplia informacin sobre arte rupestre durante sus investigaciones en el campo, y me hizo notar la necesidad de crear una metodologa que permitiera sistematizar el material venezolano. Decid orientar la tesis en este sentido, y para ello Cruxent elabor una gua que resumiera aquellos aspectos que, a travs de sus experiencias de campo, consider ameritaban un tratamiento metodolgico.”(1)


J.M. Cruxent

En un ensayo escrito en 2007, dedicado a las contribuciones de Sujo al conocimiento del legado amerindio, escribimos: “Digmoslo claramente: No es posible acercarnos a la bibliografa de los petroglifos en Venezuela al margen de la obra de Sujo. La juzgamos de carcter capital; y es una fuente generosa en nuestras reflexiones sobre el tema.”(2) Explica Sujo que los petroglifos en Venezuela han sido sometidos a dos tipos de anlisis los cuales no pueden ser agrupados en perodos cronolgicos especficos, por encontrarse dispersos a lo largo de toda su literatura. El primero y ms numeroso es el anlisis “subjetivo”, vara desde las muy imaginativas interpretaciones de los misioneros tempranos, quienes vean en los petroglifos la obra del demonio o cuanto menos su inspiracin, hasta las interpretaciones ms slidas basadas en mitos indgenas, como el de Amalivaca y otras tradiciones mticas y, finalmente, los anlisis comparativos entre los petroglifos venezolanos y otros smbolos de estaciones rupestres de diversas latitudes americanas, en Centroamrica, Sudamrica. Norteamrica y el rea del Caribe. Un segundo tipo de anlisis es llamado por la autora “objetivo”. Los temas de este grupo van desde los intentos inciales de sistematizar las migraciones y las tribus autoras, pasando por las comparaciones estilsticas, hasta las clasificaciones generales a travs del anlisis de tcnicas, motivos y elementos compositivos. Pertenecen a este grupo todos los estudios descriptivos de estaciones aisladas o de conjuntos especficos que aparecen a partir de la segunda dcada del siglo XX y se publican en revistas especializadas, tales como los de L. Alvarado, A. Jahn, J. M. Cruxent, Sanoja y Vargas, M. A. Perera, Diessl y Len Q.(3)

Estacin San Jos.
Estado de Falcn

Un tercer anlisis alterno a los anotados por Sujo que hemos encontrado en nuestras investigaciones sobre la produccin intelectual dedicada al arte rupestre en Venezuela, lo hemos denominado “etnogrfico”. ste comprende, de un lado, la plena insercin en el seno de las culturas autoras: su lugar en las representaciones mticas, rol en los ritos de iniciacin, su relacin con la economa del grupo, vnculos estilsticos y temticos con otras manifestaciones materiales –cestera, cermica, pintura corporal–, y las relaciones de parentesco. De otro lado, el carcter “contemporneo” de la herencia indgena que procura establecer el conjunto de relaciones culturales en torno a los petrosimbolos; las fuentes, las piedras y la geografa mitica; la fito y zoonimia, la toponimia en el imaginario de la sociedad criolla. Cuntanse entre quienes han recurrido a este enfoque a Humboldt, Rojas, Alvarado, Requena, Jahn, Koch-Grnberg –como ms adelante se ver en detalle–; ms recientemente investigadores como Jacqueline Clarac, Omar Gonzlez aez, Omar Ydler y Alexi Rojas; y entre los investigadores ms jvenes Liliana Abate, Yanitza Albarrn, Leonardo Pez y quien esto escribe.(4) Al tratar los petroglifos desde el enfoque etnogrfico, stos transcienden su condicin de testimonios ms o menos descifrables de un pasado irrecuperable y del que hemos sido despojados violentamente, para constituirse en agentes de progreso material sustentable, progreso moral e identidad.(5)

En su Estudio del Arte Rupestre en Venezuela, publicado en 1975, Sujo propone el anlisis de los petrosimbolos en virtud a la divisin en elementos estructurales que permitan progresivamente la interpretacin a un nivel de semejanzas susceptibles de ser agrupadas en “tipos” que combinaran una caracterstica figurativa y una tcnica de elaboracin. Esta divisin de la figura en elementos constitutivos cumplira a su vez con una segunda finalidad: permitir que el arte rupestre se nos muestre en toda su riqueza y variabilidad cultural; y de esta manera evitar caer en agrupaciones conceptuales apriorsticas y carentes de sustentacin cientfica. Una vez echadas estas bases, se proceder luego a idear un sistema para ubicar los tipos, con sus respectivos porcentajes, dentro de un marco geogrfico y establecer los horizontes estilsticos a que hubiere lugar. Estos horizontes estilsticos se dispondran dentro de un marco cronolgico, ya fuese absoluto o relativo. “Explorando de esta manera las imgenes –escribe Sujo– y sus agrupaciones se podra llegar a establecer relaciones significativas inimaginables, traspasar el umbral de nuestros propios modos culturales y acercarnos ms a la idiosincrasia perceptual de los grupos de artistas.” Y ms adelante: “Basndonos en esta informacin, estableceramos entonces las posibles migraciones de los grupos autores; y observando la simplificacin o complejizacin colectiva de los rasgos caracterizantes de cada estilo, estableceramos una cronologa relativa, mientras no pudiramos hacerla en forma absoluta.”(6) Al agrupar las fotografas por autor para una misma estacin de arte rupestre, y al agrupar stas por reas geogrficas, se elabor un mapa de las estaciones documentadas o referidas en Venezuela de inestimable valor para los investigadores.(7)

El Diseo en los Petroglifos Venezolanos, el ms bello de los libros sobre arte rupestre en nuestra dispersa y dismil bibliografa, sali de la imprenta en 1987. Son sus autores Jeannine Sujo Volsky, Ruby de Valencia, Rafael Lairet y Patrick Almiana. La Fundacin Pampero, que patrocina la edicin, destaca el “carcter interdisciplinario, donde por primera vez se han unido los conocimientos profesionales en distintas reas de la investigacin cientfica, dndonos una visin global acerca de lo esttico, lo arqueolgico y lo simblico.”(8)

Los horizontes estilsticos propuestos por Sujo en su Estudio de 1975 son claramente expuestos en el Diseo de 1987: Horizonte Centro-Occidental: Presenta un fuerte predominio de figuras geomtricas, seguidas de antropomorfas y en tercer lugar zoomorfas. Integran este horizonte los estados Falcn, Zulia, Trujillo, Carabobo, Aragua, Gurico, Distrito Federal y Miranda. Al estudiar los porcentajes de cada grupo figurativo por estado, se evidencia una mayor relacin entre Falcn, Carabobo, Aragua, Distrito Federal y Miranda, por un lado; y Zulia y Trujillo, por otro. A pesar de que Gurico est cercano a los estados centrales, sus porcentajes se asemejan al sub-grupo Zulia, Trujillo. Horizonte Occidental: Predominio de figuras geomtricas, seguidas de zoomorfas y luego antropomorfas. Se cuentan en este horizonte los estados Lara, Yaracuy, Barinas, Cojedes y Tchira. En el horizonte occidental los porcentajes de cada tipo figurativo por estado muestran una mayor relacin de semejanza entre s que aquellos que conforman el horizonte centro-occidental, por lo que no requieren subdivisin. Horizonte Sur: Est integrado por los estados Bolvar y Amazonas; pese a que este horizonte presenta, como el segundo, un predominio de figuras geomtricas, seguidas de zoomorfas, se opt por conformar un horizonte separado por las siguientes razones: Primera, los diversos aspectos tcnicos permitieron una clara diferencia entre los petroglifos al Norte y al Sur del Orinoco. Segunda, la notable diferencia entre el porcentaje de figuras zoomorfas en este horizonte con respecto al segundo (Occidental) y primero (Centro-Occidental). Tercera, la proporcin de las figuras antropomorfas tambin muestran una diferencia notable: 33 en el Horizonte Sur, 20 en el Horizonte Centro-Occidental, 3 en el Horizonte Occidental. Recordemos que desde 1987 al presente, se han documentado con mayor precisin numerosas estaciones por los que estos porcentajes relativos se han modificado notablemente.(9)

Estacin San Jos.
Estado de Falcn

En cuanto a los otros estados del pas: para 1987, en Oriente no se contaba con suficiente informacin para definir horizontes estilsticos. Anzotegui y Monagas con 3 y 2 estaciones respectivamente, no presentan el tem de tipos figurativos en las publicaciones disponibles para la fecha. Sucre figura con una estacin caracterizada por signos geomtricos lineales. En Nueva Esparta no se conocan estaciones de petroglifos ni pinturas rupestres. Finalmente, Delta Amacuro, con dos estaciones, de las cuales una posee informacin del tem figurativo, presenta una interesante inversin de valores, siendo este estado el nico en Venezuela en el que predominan las figuras antropomorfas, seguidas de las geomtricas y finalmente zoomorfas en una relacin 14 - 5 - 0.(10)

En el Diseo, Sujo recurre a datos etnolgicos en su lectura de los petroglifos: “Los diseos de las pinturas corporales utilizados en los ritos de iniciacin Guarekena, son a una vez remanentes simblicos de los sibs totmicos. Representan antepasados mticos, animales pensantes que fueron el padre o progenitor del cual ellos descienden, y que los une como pertenecientes a una misma sangre.” Y a rengln seguido: “Si recapitulamos toda la simbologa incluida en la vida espiritual de estos pueblos [Guarekena, Curripaco, Piapoco, de filiacin lingstica arawak; y Tukano, que no pertenece a la misma familia lingstica] obtendramos: la primera menstruacin [Tewani], momento de la iniciacin femenina en las reglas del matrimonio, el cual debe celebrarse fuera de la fratra, pues dentro se considerara incesto. El dios Kuwai, quien ense estas normas y cuyo instrumento sagrado [el corubo o botuto (Strombus gigas)], utilizado en las iniciaciones masculinas presenta en su decoracin estos smbolos, que son a la vez grabados en las rocas de los sitios sagrados usados en estas iniciaciones. Las rocas mticas que demarcan los lugares por donde pas Kuwai (reflejo de las mismas migraciones antiguas de las tribus arawakas). Todos esos significados indican un uso sagrado del petroglifo.”(11) Al carcter sagrado de los petroglifos debemos sumar su significado como marcas territoriales: “La presencia de estos grabados en piedra implica, como implicaba en pocas pasadas, territorialidad; las seales eran reconocidas por los de otras comunidades que las teman y lasrespetaban.”(12)

Piedra del Sol y la Luna. Caicara. Estado Bolivar. Fuente: Sujo Volsky/ de Valencia

En la segunda edicin del Diccionario de Historia de Venezuela –corregida y aumentada–, fechada en 1997, la redaccin del apartado Arte Rupestre y Petroglifos est a cargo de Jeannine; all prosigue el desarrollo de las implicaciones de los horizontes estilsticos y las ideas conexas: “Los horizontes estilsticos establecidos se compararn luego con aquellos proporcionados por otros estudios antropolgicos (las agrupaciones establecidas por los estudios lingsticos y toponmicos, los horizontes estilsticos establecidos por los estudios arqueolgicos para comunidades cermicas y precermicas, etc.), intentando llegar as a la identificacin de los posibles autores de estas manifestaciones rupestres, el conocimiento de sus rutas migratorias y de sus formas de vida, en especial aquellas en las cuales estas manifestaciones tenan especial sigificacin.”(13)

De las estaciones de arte rupestre halladas en Venezuela hasta 1997, hace la siguiente detallada relacin: 320 son estaciones de petroglifos, 28 son pinturas rupestres, 6 son conjuntos megalticos, 10 son piedras o cerros mticos naturales, 18 son bateas (depresiones de forma generalmente rectangular cortadas en la roca), 16 son amoladores (rocas con depresiones de formas ovaladas hechas por abrasin, posiblemente para afilar instrumentos lticos), 2 son yacimientos de micropetroglifos (pequeos guijarros o lajas lticas con grabados), y 1 geoglifo.(14)

En cuanto a la Metodologa requerida en el estudio sistemtico el arte rupestre, nos dice cardinalmente: “La exactitud de los resultados obtenidos en el estudio del arte rupestre depender del cuidado con el que se hayan recogido los datos en el campo, la objetividad con que se elaboran las hiptesis de trabajo, la adecuada escogencia de mtodos de anlisis tipolgico, tcnicas de anlisis automatizados de datos y pruebas estadsticas en el laboratorio, y la correcta interpretacin de los resultados.”(15)

En cuanto a la Conservacin, advierte: “La necesidad de realizar un trabajo de campo de la forma ms completa y precisa posible se hace tanto ms imperiosa cuanto que el arte rupestre est sujeto a la accin deteriorante de factores naturales y sociales. Tal como ocurre con otras ramas de la arqueologa, los petroglifos y las pinturas rupestres de Venezuela han sido destruidas o desmejoradas por personas inescrupulosas…”(16) Para Jeannine Sujo Volsky, el estudio del arte rupestre debe estar orientado hacia la justa valoracin de este importante patrimonio arqueolgico, develar los medios de comunicacin entre los antiguos amerindios que poblaron nuestro pas, y profundizar en los orgenes de la expresin artstica.(17)

Ydler o la Piedra y su Palabra 61352o

En el prtico de estas consideraciones arrojamos la palabra “rupestrlogo” un poco a la manera de un desafo de cara a aquello que Nietzsche llam con acre irona “mentalidades egipciacas” queriendo con ello caracterizar un pensamiento acomodado muellemente en la tradicin y como momificado. No conocemos mejor forma de probar la adecuacin de un sustantivo y su espritu de combate que mostrar aquello que nombra y Omar Ydler es un rupestrlogo con todas sus letras. La opera prima de Ydler intitulada Petroglifos de Tacarigua fue publicada por el Ateneo de Guacara en 1985. En ella ya estn presentes los rasgos distintivos de Ydler como investigador, a saber: acucioso registro de las fuentes documentales, tenaz y esmerado trabajo de campo, convocatoria de plurales disciplinas en la lectura de los datos meticulosamente recopilados, estilo literario acrisolado y, para completar este retrato a mano alzada, vigorosa imaginacin.

Petroglifo de piedra Pintada. Vigirina

A manera de ilustracin de estas virtudes consideremos este breve y preciso pasaje a propsito de un petrosimbolo en la estacin Carmen de Uria, estado Vargas: “La pintura facial de los hombres yuas puede encontrarse en algunos petroglifos con forma de soles, cuya personificacin puede verse representada con rostros humanos.”(1)

Permtasenos una breve digresin histrica: El pionero en emplear el enfoque etnogrfico en el estudio del arte rupestre sudamericano fue Theodor Koch-Grnberg en sus viajes por las riberas del Ro Negro y Yapur y otros paisajes de la Amazona brasilo-venezolana entre 1903 y 1905. En su primera publicacin, fechada en 1905, realiza un extenso trabajo etnogrfico comparativo entre los motivos grabados en las rocas y los elementos decorativos presentes en objetos de uso cotidiano y ritual, la pintura facial y corporal de hombres y mujeres, a la vez que trata las interpretaciones y las explicaciones mticas de los petroglifos. Incluye fotos y dibujos de los motivos decorativos asociados a mscaras de baile, cestas, cermica, flautas, tambores, maracas rituales, bastones de baile, paredes exteriores de malokas. En diversos motivos decorativos de pintura facial de la tribu Tukano busca correspondencias con los petroglifos. En 1906, publica en segundo trabajo en el cual contina la bsqueda de puentes entre la etnologa y el arte rupestre. Muestra cmo dibujos que aparentan ser iguales se diferencian por un detalle lleno de significado que basta para que los distintos de la tribu lo identifiquen de manera unvoca. Los dibujos corresponden por lo general al papel que los animales juegan en la alimentacin o a una visin utilitaria de las cosas. Los detalles y la escala de los grficos de destacan segn su valor relativo: En una escena de caza, por ejemplo, el tamao relativo del ojo de un cazador es desproporcionado con relacin al cuerpo, ello obedece a que el rasgo por excelencia de un cazador eficaz es la agudeza de su visin. El mayor tamao de un animal con relacin a otros animales de la misma especie es un indicativo grfico de su fuerza mayor.(2) En 1907, sale de la imprenta la tercera contribucin de Koch-Grnberg al estudio de los petrosimbolos de la Guyanas, Brasil y Venezuela; en ella consigna datos de petroglifos que an conservaban trazas de considerables de pigmento marrn o rojo, en buen estado de preservacin, en el surco de los grabados.(3) Lo significativamente valioso –estima Sujo de estas primeras contribuciones de Koch-Grnberg– es que cada uno de los motivos que decoran los diversos objetos tienen un significado especial conocido y compartido como convencin cultural por la totalidad de los de la comunidad, y cuya explicacin, obscura para nosotros, es develada por las investigaciones etnolgicas hechas por Koch-Grnberg de un saber tradicional.(4)

Pintura facial de la Tribu Tukano. Fuente: Koch-Grunberg

En el cauce de las investigaciones etnolgicas aplicadas al estudio de los petrograbados, ro abierto a la exploracin por Koch-Grnberg, tributan las jornadas de Omar Ydler. Al considerar los elementos constitutivos del litoglifo de la estacin Carmen de Uria, Ydler precisa: “Intervienen tres elementos: el antropomorfo (cuerpo humano y rostro con pintura facial), el astromorfo (rayos solares en la cabeza humana) y el zoomorfo (piel y garras de jaguar). Hellmuth Straka ha relacionado este glifo con la representacin del dios Yurupari: mitad hombre, mitad jaguar.”(5)

Estacin Carmen de Uria.
Estado Vargas

En la obra de Ydler la etnologa es un herramienta clave en el estudio de los petroglifos; lo que nos trae a colacin una perspectiva semejante propuesta por Claude Lvi-Strauss sobre los nexos entre arqueologa y etnologa en un ensayo que titulase La Serpiente con el Cuerpo Lleno de Peces, escrito originalmente publicado en las Actes du XXVIII Congrs des Amricanistes, Pars, 1947. (Socit des Amricanistes), y que luego pasara con igual ttulo a ser el captulo XIV de Antropologa Estructural: “Lo que resulta evidente –escribe Lvi-Strauss– es que, en estas regiones de Amrica del Sur, donde las altas y las bajas culturas han mantenido os regulares o intermitentes entre s durante un prolongado perodo, el etnlogo y el arquelogo pueden ayudarse mutuamente con el fin de dilucidar problemas comunes…Cmo dudar que la clave de la interpretacin de tantos motivos todava hermticos se encuentra a nuestra disposicin e inmediatamente accesible, en mitos y cuentos que se mantienen con vida? Sera un error descuidar estos mtodos, mediante los cuales el presente permite acceder al pasado. Ellos pueden guiarnos en un laberinto de monstruos y dioses cuando, por falta de escritura, el documento plstico es incapaz de ir ms all de s mismo.”(6)

Fuente Lvi-Strauss

Entre los investigadores venezolanos que hemos recurrido a la etnologa en el estudio del registro arqueolgico podemos mencionar en orden cronolgico a: Arstides Rojas, Lisandro Alvarado, J. B. Caldern, Tavera-Acosta, Julio Csar Salas, Alfredo Jahn, J. M. Cruxent –el padre de la arqueologa cientfica en Venezuela–, Miguel Acosta Saignes, Mario Sanoja e Iraida Vargas, Jorge Armand, Volmar Vareschi, Rafael Delgado, Hellmuth Straka, Miguel Angel Perera, Emiro Durn, Nelson Matheus, Omar Gonzlez aez, Adrin Hernndez Bao, Lelia Delgado, Jeannine Sujo Volsky, Omar Ydler y Jacqueline Clarac; y si mencionamos al cierre a Clarac, es para subrayar su influencia en una generacin de investigadores para quienes el documento arqueolgico es un testimonio que debe ser relacionado con el tejido cultural presente de la sociedad criolla y el ser –en tanto que condicin de raigambre ancestral– americano.

Como ejemplos concretos de la aplicacin del enfoque etnogrfico en el estudio del arte rupestre consideremos estas lneas de Petroglifos de Tacarigua: “En el rostro del guerrero yua se aprecian las lneas verticales que fueron reproducidas en el grabado de este glifo en Piedra Pintada. La etnologa es un punto importante para el estudio del arte rupestre. Este tipo de pintura facial podra ser una reminiscencia que an conserva el grupo yua cuando en pocas remotas se desplaz migrando a travs de la Cordillera de la Costa hasta la zona que actualmente ocupa.”(7) Ydler destaca que los “ojos caribe” –crculos pintados en cada pmulo, regularmente en las mujeres– pueden ser apreciados en algunas estaciones de petroglifos de la Cordillera de la Costa, como Piedra Pintada y La Cumaca,(8) ambas en la zona arqueolgica de la cuenca del lago de Valencia o, por su nombre indgena: Tacarigua.

Al ser interrogados sobre la pintura facial, los indgenas yuas respondieron a Hellmuth Straka que la empleaban para mejorar la puntera con las flechas cuando salan a cazar o a guerrear. “La pintura facial –decan– agudiza la vista.” Por su parte, las mujeres yuas llevan ocasionalmente pintado un crculo en ambos pmulos; estos crculos pueden ser de color blanco, otras veces de color rojo, siempre bordeados con una lnea de contorno negro.(9)

Fuente: Ydler

Pese a que hemos definido el trmino “rupestrlogo” por la persona de Omar Ydler, debemos sealar que sus investigaciones transcienden con mucho los lmites de la “rupestrologa” –y, por favor, no nos pidan una definicin de esta disciplina–. La etnobotnica, la toponimia, la lexicologa y la etnolingstica son horizontes que reclaman su atencin. En 2004, sale de los cajones de la imprenta –como sola decirse cuando sta era ms arte que industria–, Toponimia, Lexicologa y Etnolingstica Prehispnica. La obra, como queda definida en el subttulo, es una contribucin al conocimiento de algunas voces aborgenes de la cuenca del lago de Tacarigua de la regin centro-norte de Venezuela. Nuevamente apreciamos en ella las virtudes que distinguen el trabajo de Ydler: conocimiento preciso de las fuentes documentales –antiguas y recientes–, trabajo de campo tenaz, precisin en el manejo de los datos y las fuentes e imaginacin. Y recordemos con Richard Feynman: “Lo que necesitamos es imaginacin, pero imaginacin dentro de una terrible camisa de fuerza.”

Grabado de Gillermo Antolinez

Para la composicin de esta obra, Ydler compulsa sesenta fuentes documentales; destaquemos entre ellas: Miguel Acosta Saignes: La Cermica de la Luna y otros Estudios Folklricos. Lisandro Alvarado: Datos Etnogrficos de Venezuela. J.M. Cruxent: Arte Prehispnico de Venezuela. Jos Arrom: Estudios de Lexicologa Antillana. J. M. Briceo Guerrero: El Origen del Lenguaje. Marc de Civrieux: Los Caribes y la Conquista de la Guayana Espaola. Juan de la Cruz Estvez: Apuntes Lexicolgicos y Toponmicos Indgenas de la Pennsula de Paraguan. Omar Gonzlez aez: Mitologa Guarequena. Alfredo Jahn: Aborgenes del Occidente de Venezuela. Miguel Angel Jusay: Diccionario Sistemtico de la Lengua Guajira. Michel Perrn: El Camino de los Indios Muertos. Jeannine Sujo Volsky: El Estudio del Arte Rupestre en Venezuela. Estos son algunos de los autores, antiguos y modernos, cuyas obras, sumadas a un generoso trabajo de campo, aportan los ladrillos constructivos de las investigaciones toponmicas, lexicolgicas y etnolingsticas de Ydler.(10)

En el apartado dedicado a la toponimia prehispnica, el autor trata factores fundamentales en el proceso de formacin de las estructuras lingsticas que constituyen los diversos topnimos aborgenes, para ello recurre a la sistematizacin de los estudios de algunos “morfemas” de uso frecuente en las lenguas arawak y caribe, tales como los radicales yma o ima, para o bara, y ciba o kiba. La segunda parte, dedicada a la lexicologa, est orientada al estudio de la difusin interlinge de voces tanas, caribes y arawakas. La etnolingstica prehispnica, tratada en la tercera parte, investiga cules fueron las familias lingsticas y los grupos tnicos que estuvieron presentes en la regin centro-norte de Venezuela antes de la llegada de los europeos en el siglo XVI.(11)

fuente: Ydler

Como nativos de la regin nor-occidental de Venezuela, hemos seleccionado a modo de ilustracin estas lneas: “Paraguan es la voz que designa la pennsula falconiana, otrora asiento parcial de la nacin caqueta, grupo tnico de gran connotacin durante el perodo de reduccin hispnica y clasificado lingsticamente dentro de la familia arawak; fue este grupo quien, muy probablemente, dio el nombre a esta suerte de seminsula con una fontica parecida a la actual…Es importante recordar que en la antigedad prehispnica del itsmo que une la isla a tierra firme pudo tener un carcter intermitente, quedando en ocasiones levemente sumergido bajo las aguas del mar.”(12) El autor destaca que en la plural geografa venezolana –y en la sudamericana, acotamos nosotros–, encontramos con frecuencia topnimos que representan el radical “para” en zonas ocupadas por tnias arawakas y caribes en el s. XVI; este radical equivale a la vos castellana agua. La voz para la encontramos en la tierra y en el viento desde la latitud ms septentrional de Amrica del Sur –Pennsula de Paraguan– hasta las tierras meridionales de Paraguay y las riberas del Paran.

A Modo de Conclusin 4k1d3z

Estas lneas son apenas un reflejo atenuado de la luz que las investigaciones de Jeannine Sujo Volsky y Omar Ydler –astros con luz propia– generosamente prodigaron y prodigan en la manigua de las bsquedas cientficas sobre la herencia y la presencia indgena. Si bien sus obras han privilegiado el panorama venezolano como bajo un potente telescopio, sus contribuciones son vlidas para otras latitudes y otros horizontes americanos como apreciados por un telescopio de largo alcance. Y bien puede ello obedecer no slo a una cuestin de mtodo, sino a una verdad ms honda y significativa: el panamericanismo ancestral vivido por los americanos originarios siglos antes de que ninguna mano, ninguna voz articulasen la palabra Amrica.

Fuente: Ydler

Notas a Retratos Rupestres de Jeannine Sujo Volsky y Omar Ydler

1. Stephen Jay Gould: El Pulgar del Panda. Crtica, Barcelona, 2005, p. 43.

2. Marvin Harris: El Desarrollo de la Teora Antropolgica. Historia de las Teoras de la Cultura. Siglo Veintiuno Editores, Mxico, 1979, p. 493.

3. Real Academia Espaola: Diccionario de la Lengua Espaola. Vigsima segunda edicin. Tomo II. Real Academia Espaola, Madrid, 2001, p.1746.

4. Manuel Prez Vila: Un Persistente Enigma: Los Petroglifos. Venezuela Misionera, n. 393, enero 1972, p.p. 30, 31.

5. Vide Jeannine Sujo Volsky: El Estudio del Arte Rupestre en Venezuela: su Literatura, su Problemtica y una Nueva Propuesta Metodolgica. Montalbn, n. 4, Universidad Catlica Andrs Bello, Caracas, 1975, p.p. 716 et im.

6. Cfr Sujo: loc. cit., p.p. 715, 716.

7. Vide Isaac J.Pardo: Esta Tierra de Gracia. Monte vila Editores, Caracas, 1988, p.p. 213, 214.

8. Cfr Pedro Grases: Bibliografa de Don Arstides Rojas 1826/1894. Fundacin para el Rescate del Acervo Documental Venezolano, Caracas, 1977.

9. Camilo Morn: Escrito en la Roca: Correspondencias entre los Petroglifos y las Vanguardias Artsticas del Siglo XX. Universidad de Los Andes, Mrida, 2007, p.p. 47 et im.

Notas a Sujo o Cmo Entrar y Vivir en el Laberinto

1. Jeannine Sujo Volsky citada por Camilo Morn: Escrito en la Roca: Correspondencias entre los Petroglifos y las Vanguardias Artsticas del Siglo XX. Universidad de Los Andes, Mrida, 2007, p.p. 72 et im.

2. Morn: loc. cit., p.p. 76 et im.

3. Ibidem.

4. Ibidem.

5. Ibidem.

7. Ibidem.

8. Ibidem.

9. Ibidem.

10. Ibidem.

11. Ibidem.

12. Ibidem.

13. Jeannine Sujo Volsky: Arte Rupestre y Petroglifos. Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo I, Fundacin Polar, Caracas, 1997, p.p. 256 et im.

14. Ibidem.

15. Ibidem.

16. Ibidem.

17. Ibidem.

Ydler o la Piedra y su Palabra

1. Omar Ydler: Petroglifos de Tacarigua. Ediciones del Ateneo de Guacara, Guacara, 1985, p. 37.

2. Vide Camilo Morn: Escrito en la Roca: Mito y Petroglifo en Falcn. Universidad de Los Andes, Mrida, 2007, p.p. 70 et im.

3. Ibidem.

4. Ididem.

5. Ydler: loc. cit., p.34 (subrayado nuestro).

6. Claude Lvi-Strauss: Antropologa Estructural. Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1968, p. 246.

7. Ydler: loc. cit., p.34 (subrayado nuestro).

8. Ibidem.

9. Cfr. Ydler: loc. cit., p.p. 30 et im.

10. Omar Ydler: Toponimia, Lexicologa y Etnolingstica Prehispnica. Ediciones del Gobierno de Carabobo, Valencia, 2004.

11. Ibidem.

12. Ibidem.

Preguntas, comentarios? escriba a: [email protected]

Cmo citar este artculo:

Camilo Morn. Retratos rupestres de Jeannine Sujo Volsky y Omar Ydler.
En Rupestreweb, /retratos.html

2009