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La avifauna mtica en las representaciones rupestres venezolanas: el caso de las rapaces nocturnas de la regin nor-central 2e1r4a


Leonardo Pez
l[email protected] Sociedad para el Estudio de las Manifestaciones Rupestres de Venezuela (SEMARVE).

Resumen 6h3s2n

Dentro del mundo mgico-mtico aborigen encontramos ciertos elementos importantes relacionados con el bho y la lechuza, rapaces nocturnas del orden Estrigiformes, puestos en evidencia por algunos investigadores dentro de las manifestaciones rupestres de la regin centro-norte venezolana.

Representan el inframundo nocturno por excelencia, atribuyndoseles caractersticas asociadas a la muerte y al desastre, aunque tambin se las supona dotadas de sabidura, siendo utilizadas en la medicina popular y en la magia. Desde pocas prehispnicas eran consideradas por algunos pueblos indgenas como signo de la muerte y de los malos presagios, y por otros como el intermediario del inframundo, personificando la fertilidad. Usada por los chamanes en su o con el mundo inmaterial, ofrecan ayuda y proteccin en la oscuridad.

Uno de los primeros investigadores que relaciona al bho y la lechuza con las manifestaciones rupestres fue Luis Oramas, quien en 1939 hace referencia a unas grafas representativas de la “serpiente cascabeldevorando una lechuza”, segn l ave distintiva de las tinieblas. La figura de “los ojos de la noche” (la lechuza o bho) la encontramos, siguiendo las hiptesis de Oramas y continuadas por Hellmuth Straka (Straka, cit. Ydler, verbi, 2007) representada en mltiples diseos rupestres de la regin centro-norte venezolana.

Por consiguiente, haremos un intento por abrir camino en la interpretacin de las manifestaciones rupestres venezolanas, esperando ahondar ms para la comprensin de este tema.

PALABRAS CLAVE: avifauna, simbologa, rapaces nocturnas, mitologa.

Introduccin 3f2i1d

La regin montaosa de la Cordillera de la Costa, ubicada en la zona centro-norte de Venezuela, aloja un importante conjunto de yacimientos de petroglifos, abarcando los estados Yaracuy, Carabobo, Aragua, Miranda, Vargas y el Distrito Capital. En sta es comn la observancia de figuras que evocan formas animales, personificadas en reptiles, moluscos, mamferos, batracios, peces, aves, entre otras. Dentro de las representaciones de la avifauna, la personificacin del bho o la lechuza, pjaros nocturnos conocidos en el mbito del valle del ro Vigirima como “Los Ojos de la Noche”, se encuentra extendida por todo este vasto territorio, particularidad que nos permite vincular la simbologa rupestre con elementos cosmognicos de nuestros pueblos ancestrales.



Yacimientos de la regin Nor-central de Venezuela, segn Sujo y De Valencia

La labor de relacionar estas grafas a objeto de dar pasos en su significancia con la tradicin mtica de los pueblos primigenios, da por sentado la irrupcin en supuestos que para nada podemos catalogar de absolutos. Para los estudiosos del tema rupestrolgico esta materia es un camino escabroso en el cual debemos andar con sumo cuidado. En el actual momento coyuntural que atraviesa el tema rupestre venezolano, es necesario en principio adelantar la sistematizacin de la documentacin y registro, para luego comenzar con ms fundamentos a hilvanar posibles soluciones en la comprensin de esta vasta simbologa.

Dejando asentado lo anterior, este trabajo se inscribe hipotticamente dentro de las posibles relaciones entre la simbologa rupestre y el mundo mgico-mtico aborigen, lnea de investigacin en la cual es imperioso la discusin y el debate, desde diversos puntos de vista, para obtener conclusiones aproximadas a una interpretacin satisfactoria de la cosmovisin prehispnica. Queda a su vez, intensificar la bsqueda de informacin en fuentes de primera mano que den peso o validen las aseveraciones que en un primer intento aqu se expresan.

Caractersticas de bhos y lechuzas 3lt4m

Las lechuzas y bhos, por lo general aves que el comn de la gente confunde y relaciona, conforman el orden de las rapaces nocturnas. Se encuentran diseminadas por casi todo el planeta. Son grandes cazadores, de hbito nocturno y solitario. Se alimentan generalmente de pequeos mamferos, insectos y otras aves, aunque algunas especies se especializan en la pesca. Sus ojos y odos permiten diferenciarlos de las dems especies: los primeros son muy grandes y estn orientados hacia adelante, como entre los mamferos ocurre con los primates, rodeados por un gran disco de plumas, fijado su extensin por un aro de plumas pequeas, duras y rizadas.



Aunque los bhos tienen visin binocular, es decir, al mirar intervienen simultneamente los dos ojos, stos estn fijos en su lugar y tienen que girar toda su cabeza para ver hacia otra direccin, facilitado por un cuello relativamente largo y flexible, que les permite girar la cabeza hasta 270 grados. En cuanto a los odos, son muy grandes y presentan en el exterior notables repliegues de piel, como si tendiesen a formar una oreja, con la particularidad de que sta ofrece a cada lado, en la mayor parte de los casos, formas distintas. Su plumaje es muy espeso y blando, con una mezcla de diversos matices amarillos, rojizos, pardos y negros. Los huevos que ponen las hembras son casi esfricos, y absolutamente blancos. Sus nidos son elementales y pueden estar situados en rboles, cuevas, escondrijos e inclusive en caballerizas.


Mitos y leyendas de las rapaces nocturnas.

Muchos son los mitos y leyendas a lo largo de la historia alrededor de las rapaces nocturnas, documentados en el folclore de los pueblos y que han llegado hasta la actualidad. Tanto el Bho como la Lechuza se han visto afectados por estas historias, que de acuerdo al rea geogrfica y la cultura han tenido diferentes interpretaciones. El temor a la muerte siempre ha sido el principal generador de mitos, y las lechuzas fueron las aves de la muerte en el antiguo Egipto, India, China, Japn y gran parte de Amrica. Varias particularidades de la fisiologa de estas aves han favorecido la indeseable reputacin que sufren: sus hbitos crepusculares y nocturnos, sus cantos y reclamos misteriosos y la mirada fija, casi humana, de sus grandes ojos. Se le atribuyeron caractersticas asociadas a la muerte y al desastre, aunque tambin se las supona dotadas de sabidura y se utilizaban en la medicina popular y en la magia.


Mitos fuera de Amrica.

Fuera de las tierras americanas los relatos, mitos y leyendas sobre bhos y lechuzas son ricos y variados. En la Grecia clsica han sido asociadas con el conocimiento y la cultura, quizs debido a su penetrante mirada. En el mundo antiguo griego a la lechuza se le vinculaba con Tropos, siniestra deidad que parta el hilo del destino. Aparece en el escudo de Atenas y tambin en sus monedas. Los atenienses adoraron tanto a la lechuza, que no haba templo, palacio, calle, plaza, ni esquina donde no existiese una efigie, retrato o pintura, inclusive en sus banderas. En la fbula de Esopo “La lechuza y los pjaros" es considerada como un ave inteligente y por ello estaba consagrada a Atenea (Charro Gorgojo, 1997).

En los jeroglficos egipcios, la lechuza alude a la muerte, la noche, el fro y la pasividad. Tambin se refiere al reino del sol muerto, es decir, del sol bajo el horizonte, cuando atraviesa el lago o el mar de las tinieblas (Op. Cit.).

El bho y la lechuza tienen presencia en la Biblia, habitualmente en condiciones de ruina y desolacin. As, en un fragmento del libro de Isaas, captulo 34, versculos 11, 14 y 15 leemos:

"Se aduearn de ella el pelcano y el erizo, la lechuza y el cuervo morarn en ella; y se extender sobre ella cordel de destruccin, y niveles de asolamiento (…) las fieras del desierto se encontrarn con las hienas, y la cabra salvaje gritar a su compaero; la lechuza tambin tendr all morada, y hallar para s reposo. All anidar el bho, pondr sus huevos, y sacar sus pollos, y los juntar debajo de sus alas; tambin se juntarn all buitres, cada uno con su compaera”;

Y en los Salmos 102, 6 dice:

"Soy semejante al pelcano del desierto; Soy como el bho de las soledades”.
Adems estn incluidos como animales impuros segn las prescripciones que dio Jehov a Moiss, constituyendo desde antiguo las aves por antonomasia de anuncios siniestros. Los bestiarios, tratados escritos en prosa o verso de la poca medieval que contienen la descripcin de animales reales o fantsticos as como los rasgos humanos que ejemplifican, insisten en la suciedad del bho basndose en una cita del Deuteronomio 14: 15, donde se habla de las aves impuras que no pueden comerse: “el avestruz, la lechuza, la gaviota y el gaviln segn sus especies” (Op. Cit.). La preferencia de este animal por la oscuridad es descifrada por el cristianismo como un rechazo a las doctrinas de Jess.


Mitos americanos

En Amrica son muchos los casos en donde los mitos relacionados con el bho y la lechuza son duales; independientemente del origen de la leyenda, se le asocia con dos conceptos normalmente opuestos. As, para ciertos grupos indgenas Norteamericanos, el bho ofreca al ser humano proteccin y ayuda en la oscuridad, mientras que en otras se consideraba mensajero de la muerte. Simbolizaba poder pero negativo, utilizado por muchos chamanes y jefes de clanes para aumentar su poder y grandeza solo para su provecho.

En el mundo Maya le crean el intermediario del inframundo y a su vez personificaba la fertilidad. Los Seores del Inframundo maya encomendaron a las lechuzas cuidar un campo con rboles floridos para que no robaran sus flores los Gemelos; stas no fueron y enviaron a las hormigas arrieras, quienes no se conformaron con hurtar las flores, sino que tambin partieron con sus mandbulas las alas y las colas a las lechuzas sin que se dieran cuenta. Como escarmiento, los seores del inframundo desgarraron la boca a las lechuzas y por esta razn la tienen rajada.

En Mxico al bho se le conoce como Tecolote o Teco y desde tiempos prehispnicos era considerado como signo de la muerte y de los malos presagios, representando a varios dioses principalmente del inframundo en la mayora de las culturas del Mxico antiguo.

En el folclore de Chile y parte de Argentina los bhos y lechuzas son considerados un tipo de "ave agorera" (ave de mala suerte); siendo relacionados con el mito del temido Chonchn. Originalmente en la cultura Mapuche, la leyenda refiere como Chonchn a la transformacin que efectuara el Calcu, el cual practica la hechicera con la ayuda de los espritu wekufe. Ms adelante la metamorfosis a Chonchn sera relacionada al poder de las hechiceras y brujos que sirven al demonio. El Chonchn se presenta como una rara ave de plumas color gris ceniciento, formada a partir de una espantosa cabeza humana, de la que naceran garras afiladas y unas desproporcionadas orejas que usa como alas para volar, emitiendo un funesto chillido.


Entre los Ona, pueblo prehispnico chileno que habitaba la zona del archipilago de la Tierra del Fuego, la lechuza nacera por una mujer (Kuumits), la cual estaba casada con Chiep (gorrin), inclinado a comer carne de guanaco (mamfero rumiante sudamericano emparentado con la llama y la alpaca). A la esposa no le gustaba esa carne, por lo que mat a su cuado para comrselo. Cuando el consorte retorn a la casa, no encontr a su hermano, descubriendo lo sucedido. Kuumits se convierte as en lechuza y en la noche escapa riendo, burlndose por lo hecho.

Entre los Moche, pueblo amerindio cuya civilizacin se desarroll en la costa norte del Per, el bho, muchas veces representado por este pueblo en distintos soportes como la cermica y el metal, fue reverenciado como uno de los entes que ayudan al chamn en su viaje al mundo sobrenatural, siendo posible observarlo tanto en su forma ms realista, como en su metamorfosis hombre-bho, emparentado estrechamente al mundo sagrado y a la clase gobernante, como imagen del poder sacro que permite a ciertos hombres relacionarse con elementos sobrenaturales.

En la cosmogona de las naciones Caribe-Tup-Guaran, el Primer Padre, amand, le encarga la labor a la lechuza de ser la duea de la noche y las tinieblas, cuando concluye el acto de creacin. Un mito guaran relata que Pa-pamir –creador de la nueva tierra–, convertido en lechuza, golpea con sus alas a una nia pber que viva en el centro de la tierra, dando nacimiento a Pa, el gemelo seor del cuerpo resplandeciente, el sol (Fundacin OGA, 2003: 4). El indgena tup de las llanuras amaznicas reverencia a las lechuzas porque ellas devoran las cobras solapadas y funestas que se deslizan por los plantos inyectando la muerte con su colmillo hueco.


Las Rapaces Nocturnas y su representacin en las grafas rupestres de la regin Norcentral venezolana.

Los primeros intentos de identificacin de rapaces nocturnas en las manifestaciones rupestres de la regin centro-norte venezolana del que tenemos conocimiento pertenecen al investigador Luis Oramas (1939: 210). En una descripcin detallada del yacimiento Piedra Pintada y los alineamientos ptreos del valle de Vigirima, escribira lo siguiente:

“…Arriba de este petroglifo hay otro curioso, que tiene trazada una serpiente cascabel (Crotalus horridus); del tamao natural, en posicin de caminar, agitando el cascabel al devorar una lechuza (ave representativa de las tinieblas). La figura de serpiente se repite varias veces en otras piedras de esta agrupacin…”

La serpiente Cascabel devorando a una lechuza. Dibujo de Luis Oramas.

Con respecto a esta descripcin hecha por Oramas, Marc de Civrieux en su libro Watunna. Un ciclo de creacin en el Orinoco” (1992: 2, 80-82) describe igualmente una lucha entre estos dos animales mitolgicos, la serpiente y la lechuza, donde sale triunfante esta ltima. El mito relata que Fri’mene, la hermana joven y bonita de Nuna, la Luna, escondi en su vagina a Huehanna –el huevo con cscara de piedra que contena los espritus personales y eternos de los hombres terrestres por nacer– para salvar a los hombres de su temible hermano, quien haba robado Huehanna de Kahua –el Cielo– hacindose pasar por Wanadi, el hijo del Sol:

“–no puede ser que se los coma. Los voy a salvar, los voy a guardar para m. No quiero devolverlos a Wanadi. Voy a criarlos, a empollarlos. Ser su madre– as pens la muchacha cuando vio Huehanna. No dijo nada, pens nada ms”.

Huyendo de Nuna se convirti en Hui’io, la gran culebra, duea del agua. Wanadi, molesto porque haban robado su Huehanna fue en busca de la muchacha, pero no la encontr. Entonces encomend a su hermano Mudo, el espritu familiar de los huhais terrestres (los brujos o chamanes), para que la encontrara. Mudo llam a su amigo Hhottu –la pavita– para que lo ayudara, se cambiaron en aves nocturnas (lechuzas) y comenzaron a gritar, llamndola:

“Se cambiaron los dos en aves nocturnas. Toda la noche, llamaron, chillaron. Lleg aquella. Cuando amaneci, sali del agua, se alz sobre el ro, altsima diciendo: –Llegu–. No era aquella muchacha la que lleg, sino la Gran Serpiente Hui’io”.



Hui’io flechada por los cazadores. Dibujo de Manuel Velsquez (Dawaschuwa)

Pero cuando la muchacha llega al amanecer convertida en la gran serpiente, Mudo y Hohottu no la reconocen. Al presentarse sta como la muchacha, Mudo le pidi que devolviera Huehanna, la cual ella se neg; ahora Mudo y Hohottu llamaron a la gente para perseguir y matar a Hui’io; fabricaron arcos, flechas, lanzas. Ellos les daban rdenes a todos. As empez la primera cacera, matando a la gran serpiente y comiendo su cuerpo, siendo la primera vez que coman carne:

“Los cazadores fueron a flechar la Gran Serpiente: eran muchsimos los que dispararon, al mismo tiempo; sus flechas volaron; ahora Hui’io pareca un puerco espn con todas las flechas clavadas en el cuerpo. Se desplom, afloj Huehanna. Huehanna sali disparada en el aire”.

Pero la Gran Serpiente Hui’io no muri, debido al gran poder que tena. Se fue a vivir a lo ms alto del Cielo, duea del lago Akena, de la vida eterna, de la juventud eterna. Es as como en el principio de los tiempos Mudo y Hohottu, las aves nocturnas, fueron los guas de las primeras gentes:

“Mudo, Hohottu, las aves nocturnas, fueron los jefes de aquella gente, en el principio…”



Petroglifos de Cerro Pintado. Foto: Coleccin CINAP-GAN

Son recurrentes los diseos que evocan formas de serpientes en las representaciones rupestres, motivo que puede protagonizar una investigacin profunda ms adelante. En el estado Amazonas, a doce kilmetros de Atures, se encuentran unos grabados de tamao monumental, localizados en una muralla de roca vertical de grandes dimensiones donde hay, segn Civrieux, una representacin de 30 metros de largo de Hui’io, la Gran Serpiente, duea de las aguas, de los mawadi (seres sobrenaturales de los ros) y del Arco Iris, diosa de las lluvias, de la fertilidad de la Tierra y las mujeres:

una representacin pictogrfica de la Gran Serpiente emplumada, Duea de las Aguas y de la vida terrestre se encuentra a 12 kilmetros de Atures, Alto Orinoco, fue descubierta por Chaffanjon hace un siglo” (Op. Cit.: 245).

Siguiendo con Oramas en su descripcin de algunos glifos de Piedra Pintada, en otro pasaje de su obra leemos:

“…Frente a esta muralla, interceptada por la quebrada seca y un antiguo camino en la afloracin esquistosa, hay interesantes grabados artsticos distintos a los anteriores, donde se observan manos, crculos radiados y signos complejos (…); en una parte de estas series se ve la lechuza, esa ave parece que form parte del tema mitolgico de los indios de Mariara y Tacarigua;” (Op. Cit.: 214).

Petroglifo de Piedra Pintada asociado a las rapaces nocturnas. Foto: Leonardo Pez

Aunque Oramas no deja pistas fehacientes sobre la ubicacin del diseo en referencia, damos por cierto que detalla una grafa localizada en la denominada estacin tres del Complejo Arqueolgico, hoy convertido en museo. Haciendo un anlisis descriptivo, el diseo se compone de dos puntos rodeados de crculos, encerrados stos por dos lneas que bordean el contorno, toda esta ejecucin realizada dentro de una depresin artificial de la roca, caracterstica que no es recurrente en los petroglifos; acompaando y fuera de la depresin se encuentran varias lneas paralelas unidas entre s por una lnea curva.

Compartiendo la propuesta de Oramas, encontramos analogas de las grafas anteriormente descritas del yacimiento Piedra Pintada con los grandes ojos del bho o lechuza, afirmacin que se refuerza con los reportes de este diseo en otras reas de la regin centro-norte, como es el caso de la parroquia Carayaca del estado Vargas (Rojas y Thanyi, 1992), en los alrededores de la Colonia Tovar del estado Aragua (Szabadics, 1997: 147) y la Cuenca del ro Cepe, municipio Mario del estado Aragua (recolectado en trabajo de campo realizado en conjuncin con el investigador arqueolgico Gustavo Prez). Siendo estas aves actoras del mundo mgico-mtico aborigen, quienes les otorgaban dotes negativos o positivos dependiendo el grupo tnico, no sera descabellado pensar en consecuencia su representacin en las manifestaciones rupestres.

“Los Ojos de la Noche”.
Foto: Leonardo Pez.

Petroglifo “Laja del Tigre”.

Por ejemplo, dentro de la tradicin mtica de los autodenominados so’to (makiritares) de la regin amaznica venezolana, la lechuza es un “pjaro mtico nocturno de grandes poderes y sabidura; reside junto con Mudo y Hhottu en Matawahua, la casa celestial de los pjaros. Amigo de Wanadi y poderoso auxiliar de los huhai” (Civrieux, Op. Cit.: 263). En otro pasaje del libro “Watunna…” (Op. Cit.: 222) se relata cmo la lechuza (Tawadi) junto con Mudo y Hohottu ayudan a Medatia (el primer huhai humano despus de Wanadi) a curarse:

“Lleg a Matawahua, a la casa de los Tres Pjaros, donde viven Mudo, Hohottu y Tawadi los parientes de Wanadi. Con la ayuda del Kaahi sac los venenos de su cuerpo. Su cuerpo todava estaba muy lejos, flotando sobre el akena. El akato de Medatia regres a su propio cuerpo, lo despert, hizo que se levantara. No estaba muerto…”.

En Piedra Pintada, encontramos una grafa fuertemente trazada que es motivo de iracin para las personas que visitan este hermoso y mstico paraje; nos referimos a “Los Ojos de la Noche”, diseo que encontramos su anlogo en el estado Amazonas, en el yacimiento conocido como “Laja del Tigre”, entre el ro Ocamo y el ro Padamo (De Valencia y Sujo, 1987: 333), casualmente rea mitolgica de los Makiritares. En el trabajo de Civrieux (Op. Cit.: 56) los Makiritares mencionan dentro de sus relatos mticos la presencia de grabados en el raudal Tukudi del ro Kunukunuma, como se constata en el siguiente fragmento que relata un encuentro entre Kaweshawa, hija del dueo de los peces de Kasurua, pueblo subacutico de las cabeceras y raudales del Kunukunuma, y Wanadi, el hijo del Sol:

“…Ella mira el collar y lo agarra. Ella mira el collar, lo agarra, lo jala. El aguanta en la orilla, se cuadra y afinca sus pies, deja impresas sus huellas en la roca. No se han borrado; todava se ven a la orilla de Tukudi…”.

Petroglifo de la Colonia Tovar. Fuente: Arqueologa de la Prehistoria de Venezuela

No obstante el ro Kunukunuma estar contiguo a los ros Padamo y Ocamo, a la margen derecha del alto Orinoco, la fuente consultada no menciona relaciones entre el petroglifo de la “Laja del Tigre” con la mitologa makiritare. Se presenta entonces el reto de encontrar en las fuentes orales que perviven en esta regin amaznica posibles filiaciones entre esta representacin y Tawadi, el pjaro mtico nocturno mencionado en la mitologa de esta etnia, habitantes desde pocas prehispnicas de las tierras ubicadas al margen derecho del ro Orinoco, entre los ros Kunukunuma, Iguapo, Padamo, Alto Ventuari y Alto Caura (Civrieux, Op. Cit.: 11).

Petroglifos de la Piedra de la Luna, cuenca del ro Cepe, estado Aragua

En una zona aledaa a la Colonia Tovar (Szabadics, Op. Cit.: 179) y en otra de la Cuenca del ro Cepe, ambas en la vertiente norte de la Cordillera de la Costa del estado Aragua, rea por lo dems de gran concentracin de yacimientos rupestres como hemos podido constatar en varias incursiones de campo (algunas acompaadas con el investigador arqueolgico Gustavo Prez), se encuentran unas rocas grabadas con grandes semejanzas entre s. Ambas reproducen figuras que en un anlisis clasificatorio preliminar podran traducirse como rostros solares, es decir, astero-antropomorfas. Sin embargo, realizando comparaciones con la forma del rostro de las rapaces nocturnas, bien podramos especular en cuanto a su parecido con estas aves. En ese sentido, y tomando como referencia la mitologa makiritare (Civrieux, Op. Cit.: 81), cabra preguntarse: sern estos grabados representaciones de Mudo, el hermano de Wanadi, y su amigo Hhottu, la pavita, cambiados los dos en aves nocturnas, o de Tawadi, la lechuza, habitantes de Matawahua, la casa celeste de los pjaros?. La respuesta absoluta o definitiva a esta interrogante es todo un desafo para futuras investigaciones.

En el sector de la Hacienda El Limn, ubicada en la Cuenca hidrogrfica del ro homnimo, en la parroquia Carayaca del estado vargas (Rojas y Thanyi, Op. Cit), se encuentra un importante conjunto de petroglifos que convierte a este hermoso paraje de la vertiente norte de la Cordillera de la Costa en uno de los sitios importantes del pas en cuanto a cantidad, variedad y esttica de las grafas se refiere. Al parecer las exploraciones de campo y el trabajo de rescate y difusin desarrollados en la zona por el investigador del tiempo prehispnico del Museo Marapa, Alexi Rojas, arrojan nuevos hallazgos que pronto tendremos a disposicin a travs de publicaciones cientficas (Rojas, Verbi, 2005). En este sector, a trescientos metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.) por la carretera hacia la ensenada de Puerto Cruz, se encuentra la aldea campesina de Cagta. All estn reportadas tres rocas grabadas (Rojas y Thanyi, Op. Cit: 94-96), entre ellas una conocida por los lugareos como la “Piedra de los muecos”, donde en posicin vertical estn dos figuras que evocan, a nuestro parecer, representaciones de las rapaces nocturnas. De forma “casual” observamos que al igual que en las representaciones de Cepe y Colonia Tovar interpretadas hipotticamente segn la mitologa makiritare, encontramos nuevamente un par de estas representaciones.



Petroglifo de Cagta, estado Vargas. Fuente: Rojas y Thanyi

En las afueras del poblado de La Victoria, en la va hacia la Colonia Tovar, en el piedemonte de la vertiente sur de la Cordillera de la Costa y valle del ro Aragua (Diessl y Len, 1968: 255), se encuentra una roca grabada de casi seis metros de largo por dos y tantos de ancho, conocida como la “Piedra de Pinto”. Segn el trabajo de Diessl y Len (Op. Cit.: 255-259) en la cual dividieron la superficie grabada en cuatro campos, en el tercero de stos y con el nmero veintiuno encontramos un diseo descrito de la siguiente manera:

Un crculo con cuatro lneas curvadas en su interior y dos crculos superpuestos, con puntos centrales en la parte superior”.

Ms adelante, en el mismo estudio, se encuentra la siguiente referencia:

“...De seguidas encontramos otra figura bastante importante: un gran crculo con otros dos ms pequeos insertos. Este dibujo es la forma bsica de una variedad de jeroglficos Mayas. Aunque la semejanza es muy grande, puede tratarse de una pura coincidencia…”.

La Piedra de Pinto, estado Aragua. Dibujo Guillermo Diessl.



Grafa del petroglifo de Pinto. Dibujo Guillermo Diessl.


Diessl y Len hacen comparaciones entre esta figura y algunos dibujos y glifos presentes en vasos de la regin mesoamericana, asentando la posible existencia de un o “precolombino” entre ambas regiones (Op. Cit.: 268,269); en este sentido Szabadics tambin hace una comparacin entre la escritura Maya de Guatemala y algunos petroglifos encontrados en el municipio Tovar del estado Aragua (Op. Cit.: 185). Sin embargo, los autores citados que trabajaron la “Piedra de Pinto” no aluden las terribles semejanzas existentes entre el diseo “21” y las rapaces nocturnas, motivo de este estudio.




Comparaciones del petroglifo de Pinto con simbologa mesoamericana, segn Diessl y Len.




Comparaciones de grafas del estado Aragua con escritura maya de Guatemala, segn Szabadics


En una informacin suministrada por Eva Hofle, de la Fundacin para el Rescate, conservacin, estudio y Divulgacin de Restos Culturales Prehistricos (fundaprehistoria), correspondientes a unos dibujos esquemticos preliminares de unos petroglifos de la Cuenca del ro Cepe, sitio digno de un espacio en el parnaso rupestre venezolano y que requiere de mayor investigacin, observamos varios caracteres de indudable parecido con las rapaces nocturnas, en especial uno que guarda amplias similitudes con el petroglifo antes mencionado de la “Piedra de Pinto”.


Conclusiones

  • Las Rapaces Nocturnas por sus hbitos, cantos, entre otras funciones orgnicas, han cautivado la imaginacin popular y documentadas en el folclor de todas las culturas del mundo, atribuyndosele caractersticas duales.
  • Dentro de los relatos mticos de los pueblos originarios venezolanos encontramos relaciones con las Rapaces Nocturnas, por lo que no sera extrao su representacin en la simbologa rupestre.
  • Es importante continuar en la bsqueda de informacin en fuentes de primera mano que validen las propuestas de interpretacin aqu expresadas.
  • Para el estudio rupestre venezolano es imperioso las labores de documentacin y registro, a la vez de coadyuvar en su defensa, tarea que se presenta ineludible y urgente para la preservacin en el tiempo de este legado histrico, herramienta importante para la reconstruccin del pasado prehispnico venezolano.

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Cmo citar este artculo:

Pez, Leonardo. La avifauna mtica en las representaciones rupestres
venezolanas: el caso de las rapaces nocturnas de la regin nor-central
.
En Rupestreweb, /avifauna.html

2009

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